Steve Rothery: Nuevo álbum y 40 años de Marillion

Por: Eric Novelo Foto por: Mónica García

Steve Rothery es un auténtico músico de culto, un producto hecho para los amantes del rock en una de sus variantes quizá menos conocidas por el público. Miembro originario y aún integrante de Marillion, agrupación que representa el pináculo del rock neoprogresivo, Rothery se sube al escenario y contagia a la audiencia con su sincera interpretación de piezas que invitan a la reflexión y al encuentro de armonías sencillas pero profundas.

El día viernes 11 de enero deleitó a sus seguidores mexicanos, siempre fieles al trabajo del guitarrista británico, con una mezcla de su nueva propuesta y de los ya añejos clásicos de Marillion, en una acertada síntesis de la carrera del compositor. Al día siguiente, ofreció una Master Class al lado de su banda en el Fender Play Room de Eusica Music Store, por lo que su visita constituyó una experiencia completa, gracias al esfuerzo de SHOWMakers.live por acercar a los fans con sus artistas predilectos.

 

Concierto

Cerca de las 9 PM comenzó el evento en el Auditorio Blackberry de la Ciudad de México. El telonero fue Gabriel Agudo, cantautor argentino que promocionó su nuevo disco New Life, álbum espiritual que vio la luz a raíz de una experiencia cercana con la muerte del músico. Su show acústico, que incluyó tres baladas poéticas pero un tanto melosas y convencionales, fungió como preludio a un concierto altamente emotivo.

   

Al cabo de media hora, Steve Rothery Band (SRB) saltó al escenario y encendió al público con su enorme presencia. Comenzaron con la promoción de su álbum debut, The Ghosts of Pripyat, ejecutando tres piezas claves del disco como son Morpheus, Old Man of the Sea y Summer’s End    -las dos primeras con colaboraciones de Steve Hackett y Steven Wilson, respectivamente,  en su versión de estudio-. La especialidad de SRB es la creación de atmósferas, el audio prístino y los fraseos con melodías memorables y sensatas en piezas instrumentales. Steve Rothery y Dave Foster acentúan la intención musical con sus solos de guitarra, intercalados con riffs ya de por sí icónicos. A su vez, su enérgico tecladista, Riccardo Romano, invita continuamente a la introspección con su elección de notas en los pasajes más oscuros. El motif es el meollo en SRB, y se percibe la honestidad y sencillez musical de sus integrantes en cada pieza exhibida.

   

Más tarde en el show, se sumó el vocalista Martin Jakubski para interpretar pulcramente durante casi dos horas los mayores éxitos de Marillion. El neoprogresivo, encarnado en Marillion, se fundamenta en el dramatismo lírico y melódico, voces limpias, teclados y guitarras atmosféricos y, sobre todo, composiciones emocionales, alejadas de la improvisación. Se trata de un subgénero quizá más cercano al rock ochentero que al progresivo convencional, lo que le ha valido un reducido pero devoto círculo de fans. Esta fórmula exitosa, pero a veces ignorada, se escuchó en su repertorio que incluyó canciones como Going Under, Incommunicado, The Last Straw y Lavender. El punto climático del evento ocurrió cuando tocaron Kayleigh, el sencillo con más ventas en la trayectoria de la banda, donde el público se notó muy responsivo y complacido con la calidad técnica y sonora de SRB.

   

Master Class

En su clase magistral, los seguidores pudieron apreciar de cerca el lado humano y afable del compositor inglés y sus colegas. En esta clase de eventos, a la vez íntimos y didácticos, es posible adentrarse en la mente de los músicos para comprender mejor sus influencias y técnica. Así, Rothery y Foster discutieron durante dos horas sobre la evolución de sus fraseos en la guitarra, su técnica al ejecutar  solos, su adicción al equipo, a  los pedales y los instrumentos.

   

Rothery habló de su amplio uso de pedales de vibrato, trémolo y de efectos como el chorus y el delay, muy socorridos en los 80. El músico hizo hincapié en la importancia de alejarse de lo convencional, de sentirse compenetrado con la música para componer algo original y de trabajar con gente competente y agradable, pues la música es un engranaje de varios integrantes. En cuestión creativa, opinó: “cuando escribes música, no sólo escribes sonidos, sino espacios” […] “Tienes que dejar respirar a la música”, hablando sobre la inclusión de pasajes emocionales en sus composiciones. Más tarde habló de los looping pedals como una herramienta indispensable para escribir música y aconsejó a los asistentes a que escucharan a muchos artistas y “robaran” ideas de todos, para al final lograr un producto ecléctico y único.

Por su parte, David Foster habló de sus influencias, destacando a Gary Boyle, guitarrista de fusión que encontraba musicalidad en las frases del periódico, tomando como referencia la acentuación del habla en las sílabas del inglés. Asimismo, recalcó la trascendencia de entrenar la mano derecha (la mano rítmica) tanto como la izquierda, pues el “shred” se deriva de la conjunción adecuada de lo dinámicos y el ritmo de la mano derecha con las escalas y elección de notas de la izquierda.

   

Entre cada explicación, los músicos de SRB improvisaron fragmentos musicales para ejemplificar sus conceptos, y culminaron su lúcida presentación con un cover de Wish You Were Here, composición de David Gilmour y Roger Waters que fue determinante en la carrera de Rothery.

   

El estilo de Steve Rothery lo hace acreedor al respeto de los más grandes críticos de la escena, y le ha merecido comparaciones con monstruos del progresivo como Steve Hackett y John Petrucci. Se trata de un guitarrista enemigo de lo obvio, y en la continua búsqueda por expresar su propia voz y sonido. Un músico enamorado de la variedad tímbrica y alejado del virtuosismo desmedido, la síncopa exagerada y el “guitar wankery”.  Rothery vino a México a demostrar que el rock no está muerto, a brindarnos una bocanada de aire puro a quienes concebimos la música como un vehículo para expresar las emociones y no como una competencia elitista por ser el más veloz o el más técnico. Él, junto a su banda, reivindicó a un subgénero olvidado a finales de los 90 y le regaló  al público mexicano una experiencia inolvidable.