Por: Estefanía Romero
Foto: Mónica García
Ir al concierto de Kenny G en la CDMX fue uno de los momentos más confusos en mi vida.
Sé que muchos seguidores de culto del género podrán criticar la hermosa sonrisa de Kenny G, o tener prejuicios sobre lo que sucedería aquella noche. Yo llegué a dos grandes conclusiones: sí, tienen razón, su música está inevitablemente preñada de una cursilería extrañísima, propia de aquella sensualidad blanca noventera; pero también es muy interesante analizarla e irnos hacia el pasado para ver cómo fue que llegamos aquí.
Kenny G comenzó su carrera durante los 80, gracias a su aparición en Oprah; para los 90 ya había inundado todos los medios de comunicación. Su música apareció en comerciales, series de TV, el canal del clima, la radio; y ha sido mencionado en infinidad de películas y series de TV. Parte de su carrera la debe a cuando tocó, junto a otros saxofonistas, frente a Bill Clinton, el presidente amante del jazz; en un evento organizado por Will Smith.
Sin embargo, el smooth jazz comenzó desde los años 70, cuando el jazz se internó en una época de experimentación exhaustiva: emergió el jazz fusión, nació el Bitches Brew de Miles Davis, y Wes Montgomery comenzó a experimentar con el primer sonido de Smooth Jazz, con el tema “Goin’ Out of My Head”, que fue un gran éxito y, según el documental How Jazz Took Over the 90’s, de Vox Earworm, este sonó más parecido a The Beach Boys que al jazz popular; de hecho, este tema comenzó a considerarse por los críticos como un puente por fin entre el jazz y la música popular. Recordemos que, si bien el jazz fue la música popular de los 30, para los 40 con el bebop y los 50 con el hardbop, el jazz modal y el free jazz, el jazz se convirtió en música que comenzó a ser considerada intelectual y de culto.
El despegue del smooth jazz desde los años 70, también tuvo que ver con la carrera de Groover Washington Jr., Gato Barbieri, Chuck Mangione y George Benson. Benson lanzó, de hecho, el primer album de jazz en lograr un Disco Platino; además de iniciar una tradición de hacer scat al momento de ejecutar un instrumento. En 1996, incluso Herbie Hancock presentó un disco del género, llamado The New Standard. En medio de toda esta ola, durante los 90, quien sobresalió por sus ventas, exposición y popularidad, fue el saxofonista Kenny G.
Una vez que surge este nuevo sonido, ¿cómo debería llamarse? Retomando la información de Vox Earworm, una investigación de mercado, llamada Broadcast Architecture, realizó un proyecto para saber cómo denominar a este nuevo género. Entrevistaron a varias personas, a cada una durante 30 minutos; eventualmente una de estas dijo “¡es smooth jazz!”, y eso determinó el futuro de esta música que tan bien conocemos. KTWV 94.7, en Los Ángeles, fue la primera estación en programar smooth jazz, junto a otros géneros. A partir de este momento, su popularidad crecería de manera exponencial: el público tenía sed de smooth jazz y no paraba de pedirlo en la radio.
Para el inicio de los años 2000, medir los hábitos musicales del consumidor se reducía a tomar notas. Sin embargo, la empresa Arbitron presentó el Portable People Meter (PPM), una herramienta electrónica que podían portar los usuarios durante un año, para medir qué era lo que más escuchaban. Resultó ser smooth jazz. A partir de esto, pronto se dedujo que este subgénero nada tenía que ver con los críticos, en realidad la gente lo utilizaba en su vida cotidiana como una forma de relajarse. Probablemente por eso se convirtió en la música de oficina.
Pero la gran pregunta es: ¿el smooth jazz es realmente tan malo? Yo diría que no. Depende de la forma en que se haya manejado la composición del disco o, más específicamente, del tema.
Anoche, el concierto de Kenny G me dejó muchas sorpresas. No negaré que al inicio iba motivada por una picardía interna de ogro malintencionado ya que, no podemos negarlo, el ícono que este músico ha desarrollado a lo largo de las décadas es el de sexy white boy saxophone player, que nada tiene que ver con la música en sí misma. Sin embargo, es mucho más que eso y, sí, me estoy riendo mientras escribo estas líneas.
De entrada, el sonido se mantuvo siempre en su lugar. Puntos para el ingeniero de sonido. Porque, creámoslo o no, muchas bandas de gran alcance y alto presupuesto no necesariamente cuentan con buenos ingenieros, como ocurrió con Snarky Puppy en su último concierto de la CDMX. Ahora, no me queda claro por qué en conciertos de jazz pondrían una barrera de sonido a la batería, como suele hacerse en la música pop. No me encanta la idea porque el sonido seco que genera reduce la sensación y el brillo jazzístico que podría lograrse; pero probablemente esta no era la finalidad en este caso.
La pulcritud, la rapidez y la técnica que maneja el saxofonista, tanto en soprano como en alto, son innegables. Se notan los años de dominio y perfeccionamiento del instrumento, tanto desde el jazz como desde la música clásica. Por un lado, me molestó el exceso de exhibicionismo, pero decidí no clavarme tanto en esa idea, pues es justo a eso a lo que va la gente a un concierto de Kenny G.
Más allá de todo esto, me encantó que el concierto no se limitó al corny, showy, pretentious smooth jazz que todos conocemos. También incluyó latin jazz y trajo a unos músicos brutales. El conguero utilizó hasta los codos, por su versatilidad técnica me atrevo a pensar que trae y busca una formación tan interesante como la de Giovanni Hidalgo.
También hubo bastante samba bien lograda. Hubo un show a la mitad, un solo de pandero que incluyó scat, danza y un acto circense. Bastante musical y creativo. La verdad es que Kenny G logró con esto introducir la improvisación a un público dirigido a otras músicas; cosa que no muchos músicos formales de jazz logran.
No todo fue hermoso, obviamente siempre el concierto se devolvía al sonido clásico de Kenny G. “Sabor a mí” transformada al smooth jazz, por ejemplo, me hizo comprender por qué toda mi infancia sonó a las telenovelas de Televisa. O “My Heart Will Go On”, conocida como “la del Titanic”, arreglada para el género con un sax soprano al frente, representó el momento más gracioso que yo haya podido vivir en un concierto. No porque la música esté mal ejecutada, sino porque COME ON!
Ahora, por si no lo sabían, Kenny G es amante del bossa nova y uno de sus ídolos es el maravilloso Stan Getz. Con la proyección de “Desafinado” escuchamos a un saxofonista más inclinado a la tradición, obviamente con motivos de vuelta a su marca particular. Pero, viéndolo bien, ¿qué no es esto lo que hace trascender al artista? Llevar siempre su propio sello.
El mejor momento sin duda fue el solo de piano, con motivos de Herbie Hancock y disonancias. Fue una mezcla de flow latino y musica clasica. Super original. Otro flash del concierto que no necesariamente me encantó a mí, pero sí a la audiencia, fue un solo de bajo, que se movió por varios géneros. Entró con fuerza e ideas claramente influidas por Jaco Pastorius; de ello saltó a un corrido mexicano y pronto hacia una ranchera. Solo así le hacen caso al solo de bajo, al parecer. Cerró volviendo al agresivo slap.
Finalmente, el otro gran solo que es importante mencionar: Kenny G con el sax soprano que le ha acompañado desde la adolescencia. Impresionante, por supuesto, pues se trató de una obra extrañísima entre el bebop y el smooth jazz. Una larga improvisación, teñida de saltos tímbricos, rítmicos y melódicos. Una balanza entre lo meloso del smooth y lo intrépido del músico formal de jazz. Una verdadera aventura hipnótica.
No les mentiré, la música que es clásica de Kenny G a mí me llena de gracia, pero no negaré que es gran parte del sonido de mi infancia, a la hora de la comida, con los comerciales de los 90. Al final, puedo decir que durante el concierto experimenté, ternura, gracia, momentos sublimes, pero nunca ganas de irme. En realidad, ¿qué culpa tiene Kenny G de ser tan amado? ¿Qué culpa tienen los millennials de haber sido concebidos gracias a la exuberante y estrambótica sensualidad de su música?
Datos curiosos de Kenny G
Usa el mismo saxofón desde que es adolescente.
Lleva una carrera de más de 30 años.
Es amante del bossa nova.
Hizo un tour con Miles Davis durante los 90.
Sus ídolos son: Cannonball Adderley, Stan Getz, Sonny Rollins, John Coltrane y Miles Davis.
Tocó el sax con Bill Clinton.
Le encanta el golf.
Ama Game of Thrones.
Fuentes:
Kenny G Interview (ene, 2015). Hoff Post Live. Tomado desde: https://www.youtube.com/watch?v=avsc6gacZRg
Kenny G Interview (oct, 2015). Huff Post Live. Tomado desde: https://www.youtube.com/watch?v=KBfBPn_1XL4
Vox Earworm. How Smooth Jazz Took Over the 90’s. Tomado desde: https://www.youtube.com/watch?v=TBDWomgRgWU