Cómo encontrar “el nervio de la canción”

Por: Estefanía Romero

Foto: Rodrigo Escobar

Anoche fue tiempo de aprendizaje gracias al guitarrista y educador mexicano Saúl Cosme, y a la pianista Haeun Joo de Corea del Sur, ambos compositores que hoy viven en Nueva York y que, a pesar de su juventud, llevan ya un amplia carrera de exposición en el jazz.

Saúl Cosme es un estudiante formado por LaFaro Jazz Institute y la Purchase College de Nueva York, ciudad que le ha visto crecer en sus grandes escenarios, como Blue Note y Birdland and Dizzy’s Club at Lincoln, con diferentes orquestas de jazz, dirigidas por Jon Faddis, Dr. Todd Coolman y David Dejesus. Por su lado, Haeun Joo es una compositora que comenzó, como muchos grandes jazzistas, tocando en la iglesia, a lo cual sumó conocimientos en música clásica, popular, y estudios en Berklee.

 


Foto tomada de:
https://www.saulcosme.com

 

Estudiar para poder ser libre

Si algo diferencia a la master class de una clase común es que la primera pone al frente al alumno, para que el expositor experto revise su trabajo y entonces dé una retroalimentación. Aplaudo que, después de mucho tiempo, por fin asisto a una master class que no consiste en un cúmulo de tiempo perdido, en el que el artista no puede parar de hablar sobre sí mismo y “cómo llegó tan lejos”.

Dejado esto claro, les dejo la lista de highlights que aprendimos gracias a Saúl Cosme y Haeun Joo:

Tocar a dueto con sólo instrumentos armónicos es un formato que presenta un gran reto, pues ambos ejecutantes están expuestos. Para hacerlo debes saber tocar bien un solo, al grado que la interacción con otro instrumento solo se convierta en conversación.

El oído importa.

  • Hay que respetar los tiempos e intenciones de los músicos con quienes tocas.

  • No se debe juzgar a los demás, cada músico tiene sus tiempos de aprendizaje.

  • Cada músico es el resultado de su aprendizaje de otros grandes artistas.

  • Para encontrar tu voz como artista debes reconocer primero cuál es tu intención como músico, para saber a qué ídolos seguir, y definir a partir de ellos cuál será tu ritmo, fraseo, tono, etc.

  • Es importante empezar a componer para escucharte a ti mismo y saber dónde está tu sonido.

  • Siempre ayuda ir hacia lo más básico, buscar desde las posibilidades en una sola nota, hasta tonos, dinámicas, movimientos y demás.

  • El aprendizaje de la música clásica aporta mucho al jazz.

  • La corrección constante de tu propia composición te ayuda a acercarte adonde quieres llegar.

  • Para lograr mejores improvisaciones, uno puede ayudarse estudiando duetos y utilizando riffs.

  • Transcribir a los grandes jazzistas de la historia es una gran herramienta de estudio, pues ayuda a aprender el lenguaje.

  • Escuchar el ritmo de tu propia conversación y, si se puede, transcribirlo, también ayuda a estudiar y a generar nuevos mapas mentales del uso creativo del ritmo.

  • Saúl Cosme citó lo que el maestro Agustín Bernal llama “El nervio de la canción”, para referirse a que el músico no debe permitir que se caiga la canción: debe existir alguna emoción siempre; sobre todo cuando el tiempo es lento. No rushing, no dragging.

  • El músico joven siempre debe comparar su trabajo con el de sus ídolos, los grandes maestros del jazz; de tal modo que se mantenga en un estado constante de adquisición de conocimiento y limpieza de sus métodos.

  • El respeto al público es sumamente importante, por eso hay que tocar siempre de la mejor manera posible con el conocimiento que se tiene.

  • Se subrayó la importancia de crear momentos. Encontrar la nota que realmente identifica a la canción y elaborar a partir de ella.

  • Tocar frase por frase, con claridad. “Como si leyeras, como si fuera un lenguaje”, señaló Joo.

  • Si hay duda al cerrar un tema, durante una ejecución en ensamble, alguien forzosamente tiene que entrar para indicar la salida y darle forma.

  • Estudiar implica repetir formulas una y otra vez, todos los días.

  • El jazzista debe aprender cómo se comunicaban los maestros.

  • Es enriquecedor adentrarse en el mundo del compositor que transcribes, pensar en donde vivía, como tocaba, cuáles eran sus ideas.

  • Hay que darle tiempo al conocimiento. Pueden existir frases que domines hasta dentro de varios años y eso es normal.

 

Una nota es toda una vida

Saúl contó una historia: Horace Silver rompió la hoja de tanto utilizar el borrador encima de una sola nota pues, según Silver, “una nota es toda una vida”. A esto, agregó Saúl, que Quincy Jones tuvo que pasar por unos 600 temas para llegar los 12 que hicieron triunfar un disco de Stevie Wonder; yo añadiré que el maestro Quincy Jones, de hecho, analizó 800 canciones para poder tan solo llegar a Thriller. Estas experiencias recalcan la responsabilidad y la complejidad que implican la labor de un compositor de verdad. No olvidemos que el mismo Quincy Jones aprendió composición con Nadia Boulanger, la misma maestra de Stravinsky, Piazzolla y demás figuras que revolucionaron la música del siglo XX. Y esa también es tarea del compositor: ser un revolucionario. Como indicó Saúl, “el mundo del jazz no te necesita… tienes que estudiar para poder aportarle algo”.

 

Más allá, los exponentes citaron una y otra vez a los artistas que han influenciado. Haeun Joo, por ejemplo, recurrió a sus aprendizajes tomados de Danilo Pérez, y habló sobre la importancia de estudiar historia del jazz y las fórmulas de la tradición: ¡hay que irse hasta Louis Armstrong! A lo que Saúl añade con mucha razón: “… y a Lester Young”. Pero, en realidad, hay que estudiar todo y hacerlo diario: “si los maestros siguen estudiando todos los días, imagínate el grado de competencia que te espera en un escenario realmente competitivo de jazz, como el que ocurre en Nueva York”, comentó Saúl.

El compositor que se demuestra

Saúl Cosme y Haeun Joo dieron un concierto espectacular, acompañados de los tremendos maestros Gabriel Puentes y Agustín Bernal.

Haeun Joo me voló la cabeza. Su técnica, siempre sutil; todo el tiempo está comunicando algo impresionante en un juego de volúmenes, y se adueña del matiz como pocos. Es muy evidente su formación clásica y cómo ella, al igual que en su consejo, se adentró en la tradición de Nueva Orleans, específicamente de Louis Armstrong. He notado que muchos músicos suelen irse directo a los golpes estridentes de Thelonius Monk (que me encantan) y se olvidan de toda la belleza que existió con anterioridad. Escuchar esto en el piano fue también muy especial, pues quienes suelen clavarse más con la tradición son los instrumentos de aliento. O el piano, si ve devuelve a Nueva Orleans, se va directo al ragtime; pero no, aquí había un sonido perteneciente a la orquesta de Armstrong.

Y Saúl Cosme, ¡genial! Siempre moviéndose sobre frases limpias, generosas, preñadas de complejidad, todo el tiempo en dirección hacia algún sentido. Desde que escuché su disco Saul Cosme Quintet Live in New York, me atrapó su dulzura melancólica, incluso cuando no es necesariamente triste.

 

Ambos presentaron composiciones originales de ellos mismos. Me encanta ver jóvenes compositores que sí conocen el manejo de la forma. Hoy en día escucho a varios ensambles de jazz disparando ideas inconsistentes y llamarles “composición”. Cosme y Joo, en cambio, siempre se mantienen sobre la coherencia, el nervio de la canción, una clara consciencia de lo que están haciendo y, muy importante: la creatividad. “Canción para sanar”, por ejemplo, de Saúl Cosme, es un híbrido entre samba, smooth jazz y bebop, super interesante; o el tema “La Martiniana”, de él mismo, es un bebop que tiene ritmos claramente inspirados en música folclórica mexicana, poco perceptibles para el oído amateur, tal y como lo logró Silvestre Revueltas; muy en contraste con otros intentos de fusionar la música mexicana con el jazz, como fue el caso de Otomí, del maestro Victor Patrón, que analizo en Bop Spots.

 


Foto tomada de:
https://www.saulcosme.com

 

A lo largo del concierto también escuchamos una presencia dominante de jazz europeo como resultado final del sonido logrado a nivel ensamble: una belleza.