Un soundtrack digno para el nuevo feminismo: ONA

“ONA” significa “ella” en croata (de hecho, también en checo, polaco, japonés y es posible que en otras lenguas). Esto es un reflejo del origen croata americano de la compositora y cantante Thana Alexa, quien coprodujo este álbum junto con su esposo, el baterista y compositor Antonio Sánchez. Lo primero a lo que se alude en la descripción de ONA es: “el complejo tema de lo que significa ser mujer”. Y sí, desde el principio se contempla una poética que hondea la bandera de la solidaridad hacia la fortaleza femenina y los derechos humanos de la mujer. Pero ¿realmente vamos a generar la crítica de un álbum jazzístico en función de su esencia poética? Sí y no.

Por un lado, creo que al feminismo ya le urgía una música interesante, ¡brava, Thana! Por otro lado, creo que el mensaje pudo haber sido cualquier otro y el valor intrínseco musical de ONA es plausible en muchos sentidos.

Desde el inicio, el disco transporta a otro espacio psicológico que edifica en crescendo hacia una especie de círculo meditativo, dibujado por voces armonizadas… ONA, la primera canción del álbum que lleva su nombre, es una canción maravillosa que contiene todo: estructura poética, líneas melódicas recordables, frases creativas y un gran complejo armónico; así como las fuerzas del folk africano y euroasiático, de la música pop, del jazz y la profundidad del himno.

El resto del álbum es musicalmente distinto, pero tiene muchos elementos que le distinguen desde su universo propio. “The Resistance”, la segunda pieza, al inicio me recuerda a Sade debido a la percusión y la intención vocal, pero desde la autenticidad intrínseca que Thana logra imprimir. Y eso es muy Sade también: crear siempre piezas únicas y distintivas desde un propio sello. Eventualmente, la canción se desarrolla y entra en una oscuridad progresiva aumentada por el bajeo y movimientos entre estructuras. Hacia su última parte se adopta un pop, R&B, súper melódico que enaltece una locución a modo de spiritual: “Rise up”, reencontrándose así con el origen del jazz, cuando este apenas se asomaba en los cantos afroamericanos de las épocas de esclavitud. Con esto, Thana alcanza un discurso metafórico aún más grande: la libertad tiene muchas formas. La letra de “The Resistance”, de hecho, fue escrita por la poeta y activista Staceyann Chin.

En fin, sin entrar en una descripción puntual de cada tema, ONA comprende 10 piezas, 8 originales de Thana Alexa y el resto lleva arreglos de la misma autora. Se trata de un viaje entre minimalismo, soul, R&B, World Music, pop, rock progresivo y jazz. La autora se encargó de que cada pieza llevase un solo de algún instrumento distinto. Todas sus composiciones llevan un tejido cautivador de géneros y progresiones que tienen coherencia una tras otra. Es elegante, agresivo, a veces dulce. “Set Free”, por ejemplo, es una balada jazzística a dueto con piano, que se sostiene por sí misma. Es para nada predecible. El solo de piano lleva juegos impresionistas como aquellos con los que Bill Evans solía coquetear. Más adelante, “You Taught Me” comienza como una balada pop, donde sobresalen frases muy utilizadas de guitarra (quizás esta es la parte menos creativa del álbum), pero la línea melódica de la voz rescata la peculiaridad del tema hasta que este se convierte en jazz y más elementos atrayentes entran en juego.

A veces se nos presenta una especie de pop ochentero-noventero, hay scat limpio y generoso… los juegos de texturas reflejan una gran sensibilidad y amplia capacidad expresiva. En términos generales, de este producto es importante reconocer la habilidad de Thana como compositora, productora y cantante de jazz de alto nivel, por su manejo vocal, además que sabe sostener sus armonías sin llegar a exageraciones o copias de las divas.

Más aún, creo que ONA nos sirve para llegar a una enriquecedora reflexión: ¿Qué ocurre cuando se mezcla un mensaje poético y/o social con música? La gran pregunta es: ¿cuál de estar artes sería la predominante?

El semiólogo Genaro Talens cita a Suzanne K. Langer, al decir que: “[…] la música absorbe el sentido de las palabras. Desde esa perspectiva si el sentido de las palabras en la música vocal no es el que poseen antes de ponerles melodía sino el que les otorga la frase musical, nada se pierde si escuchamos una canción en una lengua que desconocemos” (1999, p. 97). O, en otras palabras, podríamos bien separar el mensaje y dejarlo como un espacio literario.

Lo sé. Tampoco soy ingenua y puedo reconocer lo que Bob Dylan (quien se merece más su Nobel de literatura que cualquier otro premio musical) hizo por su momento histórico, así como muchos otros cantantes de folk. Sin embargo, yo me inclino en absoluto hacia la postura de Talens y Langer. He respetado el contenido poético de muchos corridos, sones, incluso blues, por citar ciertos ejemplos, pero desprecio francamente la repetición incisiva de cualquier forma musical que persevere en una sencillez que no alcanza a llegar a algún lado, desde la lectura estricta de la composición. En esos casos, ¿por qué no dejar la poética en papel? No me malentiendan, la sencillez puede ser maravillosa, mientras que esta se ennoblezca desde una construcción bien dirigida y apasionante. Ahí tenemos a los grandes minimalistas, como Phillip Glass, Michael Nyman, Steve Reich; por otro lado, incluso podemos escuchar una repetición en el estómago del bolero de Ravel, que evoluciona desde una noción meramente tímbrica, la cual ya le da un toque único y fantástico.

En sí, ONA, por su forma musical y su estructura poética que eleva los derechos de la mujer, es un gran ejemplo de cómo las buenas intenciones, realizadas con inteligencia y belleza, son las que sí se sostienen. A mí me fascinó el disco, contiene momentos inolvidables que se repiten con insistencia en mis memorias y me gusta volver a escucharlo, lo cual realmente es casi imposible con álbumes nuevos que llegan a mis manos. Creo que ONA merece formarse como parte de las piezas que construirán la identidad de nuestra época.

 

Bibliografía:

Talens, J. (1999) Teoría y técnica del análisis poético. Elementos para una semiótica del texto artístico. Madrid: Cátedra.