Por: Estefanía Romero
En la arquitectura suele haber un debate, ¿es esta un arte o no? Este dilema me ayuda mucho a ejemplificar parte de una práctica bastante común en el jazz: la creación de estructuras que llevan en sí todos los elementos del género y que incluso llevan en sí complejidades que rebelan años de estudio, pero que no alcanzan a desarrollar o redondear un discurso.
El cuarteto de Diego Maroto es formado por grandes profesionales, y reconocidos exponentes de la escena en México, desde el mismo Diego, hasta Gabriel Puentes, Luri Molina y Francisco Lelo de Larrea Este proyecto puede llegar a ser fantástico… mientras que en otras cae en una suerte de escritura automática que no me parece necesariamente funcional o estética, y no me refiero a la cualidad del jazz de ser impredecible, sino a una especie de discurso que no tiene por seguro de dónde nace y hacia dónde quiere llegar.
Estas nociones me vinieron a la mente un día después de escuchar el concierto y tener muy claro que encontré su presentación en el RMJF tanto fascinante en algunos puntos, como totalmente intrascendente en otros; y me costó mucho trabajo encontrar las palabras adecuadas para comunicar estos síntomas. Mientras algunos temas de la banda fueron redondos y muy bien logrados (como “A veces me dan ganas de salir volando”, la cual cala profundidades del alma, con sus líneas melódicas sensuales y sus aires de psicodelia; pero existieron otras ejecuciones que realmente parecían el hilado recto de una serie de armonías sin origen ni rumbo, como en el caso de “Atrapado en París”, bajo la autoría del Luri Molina, o “Zombi”, “Ya bailó” del mismo Maroto. Entonces, nos enfrentamos a la ausencia de un contenido por fuera de la maqueta que se espera. Esto a veces ocurre a grandes músicos o buenos ensambles en días o momentos malos, y es incluso muy común que suceda en el jazz cuando la fórmula compositiva lleva en sí estructuras flojas de origen; o, en otras palabras: si el compositor nunca tuvo claro qué pretendía comunicar, ¿cómo esperaría que sus músicos puedan hacerlo? Esto deviene en discursos vacíos, poco claros, y frases al aire, que podrían aparentar complejidad y conocimiento durante su desenvolvimiento, pues técnicamente no tienen nada de malo, pero de fondo existen muchas lagunas; lo mismo que ocurriría en un discurso con buena ortografía, pero de sintaxis disfuncional: estos a largo plazo son olvidables e incluso aburridos.
Curiosamente, en la última pieza del concierto “Escualos”, de Maroto, llevó un entrecruzamiento de momentos lúcidos y varias vueltas más hacia la divagación.
Y existen varias otras aristas; por ejemplo, yo considero a Gabriel Puentes un tremendo baterista. La última vez que lo vi en vivo en el Festival Internacional JazzUV quedé boquiabierta con su creatividad para saltar entre distintos recursos sonoros, por su capacidad con conectarse con las ideas de sus compañeros, y por la inmensa sensibilidad que habita en él al momento de improvisar. Sin embargo, en algún momento tuve la oportunidad de escuchar uno de sus discos y me pareció que ahí se manifestó el mismo problema comentado en el párrafo de arriba. El punto es: aunque un artista se dé a volar con la improvisación libre, esto no debe implicar la carencia de una dirección, pues será justo esta la que dará sentido a un performance inolvidable.
En el pasado comenté que Francisco, a pesar de su amplia formación, a veces carece de conexión con sus ensambles, pero tal distinción no vino a mi mente en este performance.
Todos son músicos que se merecen respeto. Sus habilidades técnicas son indiscutibles. Les felicito y aplaudo. Presentar obras originales siempre será una hazaña valiente e importante para la música. No cabe duda de que en este ensamble tenemos artistas y humanos. Revisar qué es lo que se quiere decir es tarea de todo buen orador; del mismo modo que, si un arquitecto quiere ser llamado artista, debe hacer un poco más que sólo crear una estructura con los elementos que evitarán que esta se caiga. Espero anhelante la llegada de sus futuros discos y presentaciones.