La relación parasitaria de Steffie Belt y el Riviera Maya Jazz Festival

Por: Estefanía Romero

La biología define a las relaciones parasitarias como un tipo de simbiosis en el que dos especies conviven y sólo una de ellas se beneficia. No hay mejor manera de explicar la participación de Steffie Belt en el Riviera Maya Jazz Festival.

En el 2017 reseñé a Steffie Belt como una artista en formación, Incluso le hice algunas sugerencias positivas para mejorar, pues juzgar con severidad a artistas en sus primeros años de exposición, parecería incluso malintencionado y quizás sería ineficiente. Sin embargo, Belt se acaba de presentar, por segunda vez, en la edición 2020 del mismo festival, con un desenvolvimiento en absoluto mediocre, que no puede quedarse sin comentario.

 

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Belt se desvivió en la emisión de gritos sin rumbo, desafinaciones exageradas e incluso una voz que suena ya muy cansada. En años pasados, al menos se salvaba sosteniendo notas altas; en esta ocasión eso no le fue posible, y muchos de sus saltos de registro no daban más que miedo. Esto último ocurre cuando las cantantes fallan en su técnica y terminan por lacerar su propio organismo.

Lo rescatable, justamente, es que este año Belt trajo músicos que, si bien no hicieron grandes hazañas (pues la música de Belt no exige tanto y está llena de lugares comunes), al menos tenían la capacidad técnica para hacer lo requerido, en contraste con el 2017, cuando los acompañantes de la cantante dejaron mucho qué desear. Belt no tiene un lenguaje jazzístico, no sabe improvisar con armonías que el género exige; y no se le nota el mínimo interés por escuchar a sus acompañantes para crear un mínimo de homogeneidad musical. Marca de su música es un groove hiper simplón, que el viernes pasado sólo logró defenderse por flashes creativos y bien llevados de los músicos que le acompañaron.

 

 

En cuanto al cover. Si nos hubiésemos quedado con la ejecución instrumental de “La Llorona” en este concierto, hubiéramos podido salvar parte del mismo; pero la misma Belt llegó a embarrar la ejecución con sus poco calificadas cualidades.

En conclusión, mi expectativa de ver a Belt creciendo se ha convertido en el lamento de encontrarme con un personaje estorboso, pues ocupa una banca que con facilidad merecen muchos otros talentos mexicanos. Esto es gravísimo, pues el FJRM no sólo baja radicalmente sus estándares y desinforma al público, sino que también hace posible la charlatanería en el currículum de la cantante, quien se da publicidad con alardes del tamaño: “Steffie Belt se ha presentado en el mismo escenario de Chick Corea”. ¿Será posible que Belt continúe beneficiándose de una simbiosis en la que, lejos de aportar al festival de jazz más importante de nuestro país, le demerita? Las relaciones parasitarias sólo duran hasta que el organismo en desventaja, por grande que sea, muere.

 

***Las fotos de estudio fueron recuperadas desde la página oficial del RMJF: https://www.caribemexicano.travel/eventos/riviera-maya-jazz-festival-2020/line-up-rmjf-2020/