Mujeres en el jazz | Tercera parte: Las mexicanas

Por: Estefanía Romero

Mujeres en el jazz | Tercera parte: las mexicanas

 

En México, ¿hay menos mujeres que hombres en el jazz?

Si los datos de Antonio Malacara (2016) son reales, considerando algunos cambios que incluí en su cifra[1], entonces tenemos que, de 705 músicos y músicas de jazz en México, 638 son hombres y 67 son mujeres; y que, de estas, 45 son cantantes, y 22 son instrumentistas (entre ellas hay pianistas, contrabajistas, saxofonistas, bajistas, percusionistas, violinistas, guitarristas y flautistas). Esto significaría que hay un 90.49% de hombres; contra un 9.5% de mujeres; de estas mujeres, sabemos que el 6.38% son cantantes y que el 3.12% son instrumentistas.

Más aún, contacté a Jesús Rodríguez Alarcón, Coordinador del Centro de Estudios de Jazz (JAZZUV), facultad de jazz por parte de la Universidad Veracruzana, que se caracteriza por formar jazzistas y fomentar actividades académicas de alto nivel. De acuerdo con Rodríguez, durante el último año la matrícula total de JAZZUV a nivel licenciatura es de 104 estudiantes de los cuales 12 son mujeres (correspondiendo al 11.5%); y, de esas 12 mujeres, 8 son cantantes y 4 son instrumentistas. No se han reportado bajas de mujeres durante el último año. En cuanto al nivel preparatorio, se tiene que en el periodo Febrero – Julio 2020 hubo un total de 112 alumnos, de los cuales se encontraron 16 mujeres inscritas (14.2 %) y 2 causaron baja; en consecuencia, sólo 8 cantantes y 6 instrumentistas concluyeron el semestre. Para el periodo Septiembre 2020 – Enero 2021, hubo una inscripción de 58 alumnos en total, del cual hubo 12 mujeres inscritas (20.6 %), y 2 de ellas se dieron de baja; de tal modo que 6 cantantes y 4 instrumentistas concluyeron el semestre.

A todo esto, vale la pena agregar una estimación que me compartió la pianista Patricia “Pilla” Piano: “En general son pocas las mujeres que estudian música, en mi experiencia como docente de la Universidad de Chiapas, ahí no hay más del 10/15%”.

 

 

El estudio: ¿por qué hay menos mujeres que hombres en el jazz de México?

Se revisaron las experiencias y percepciones de siete de mujeres que pertenecen al gremio jazzístico, que son de distintos lugares del país y que tienen distintas edades, con el fin de confirmar si observan pocas mujeres en el jazz en nuestro país y cuáles serían los motivos de ello.

Cuatro de las siete entrevistadas prefirieron mantenerse en el anonimato; el resto no tuvo problema con que se incluyeran sus nombres en este artículo, razón por la cual son mencionados en los testimonios referidos más adelante.

Según la percepción de nuestras entrevistadas, en México sí existe una mayoría dramática de hombres en relación con la cantidad de mujeres dedicadas al jazz; lo cual corrobora los números señalados en el subtítulo anterior.

En adelante se detallan los hallazgos que complementan este tema, divididos por variables:

 

  1. Investigaciones señalan que no existen diferencias de capacidades musicales entre hombres y mujeres; pero las mujeres siguen siendo menos en el ámbito jazzístico, por diversas razones, como: la prevaleciente noción de “generizar” los instrumentos, el hecho de obtener un reconocimiento tardío, carecer de difusión, sentir una falta de preparación, depender del trabajo de los hombres, no disponer de representación mediática, temer a los trabajos nocturnos, sentir miedo a la exposición y a la crítica, ser rechazadas en proyectos creados por hombres y sufrir acoso.

 

Las opiniones de dos entrevistadas coincidieron con la noción de generización de los instrumentos:

Parece la trayectoria tradicional: mujer/cantante, o pianista, flautista, violinista. A mí siempre me preguntan si soy cantante. Así se sigue la idea de la cantante con el vestido glamour etc., como en el cine de oro. (Nathalie Braux, Clarinetista, saxofonista, compositora, 63 años)

 

Tal vez, yo creo por identificación… alguna vez un alumno me dijo que le costaba trabajo cantar, porque cantar era de putos. Hombres sí prefieren otro instrumento que la voz. (Tania Guzmán, instrumentista y cantante, 38 años)

 

Irónicamente, entre los errores que encontramos en la investigación de Antonio Malacara (2016, p. 377), tenemos que este señaló a Braux como cantante.

En esta muestra, las jazzistas que tienen un rango de edad entre 25 y 35 prefirieron el anonimato, y son quienes menos consideran que existan barreras de género para las mujeres en el jazz; mientras que las pertenecientes a generaciones anteriores a ellas (mujeres de 38, 48 y 63 años respectivamente) estuvieron de acuerdo con mencionar su nombre, y fueron estas mismas quienes subrayaron un importante sesgo en las oportunidades hacia las mujeres.

En la pregunta: “¿Las mujeres tienen igualdad de oportunidades que los hombres, como músicos?” se obtuvieron impresiones variadas: hay quienes consideran que en México existe igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, pero las entrevistadas se muestran dubitantes en cuanto a la razón por la cual hay menos mujeres; e indican que quizás hay motivos que ellas mismas desconocen; mientras que otras dan un rotundo “no” hacia la pregunta original. En adición, una entrevistada indicó:

Sí considero que las mujeres tengan igualdad de oportunidades. Sin embargo, considero que tardan más tiempo en ser reconocidas como jazzistas. (Tania Guzmán, instrumentista y cantante, 38 años)

 

Para las preguntas “¿Existe una cantidad igual de hombres y mujeres dentro del jazz mexicano?” y “¿por qué?”, todas coincidieron una vez más con que existen más hombres y se puso sobre la mesa que existen más mujeres cantantes; entre las razones se indicó que las mujeres “no son tan mencionadas”, o que las mujeres desisten porque no se preparan lo suficiente y porque dependen totalmente de quienes les hacen los arreglos y producciones (usualmente hombres). Se señaló que no existe la suficiente representación en los medios de mujeres en el jazz, para inspirar a las niñas a emprender una carrera de este tipo; y que en muchos casos son trabajos nocturnos que le pueden dar miedo a una mujer. A su vez, se mencionó el miedo a la exposición como uno de los motivos de deserción:

Hay un temor de parte de las chicas a la exposición porque los juicios más crueles son de parte de los hombres, que son mayoría, un ejemplo son las jam [conciertos de música improvisada, donde cualquier músico puede sumarse a la interpretación]. Así comienzan a decidir hacer otras cosas como producir o proyectos de otra índole con influencia de jazz. (Patricia Reyes, “Pilla”, pianista y docente, 48 años)

 

Entre las respuestas a la pregunta “¿Has sufrido acoso, amenazas o algún tipo de situación incómoda por parte del género opuesto en el gremio de jazzistas?” se revelaron situaciones diversas. Tres mujeres dijeron que no, tres dijeron que sí y una dijo que “algunas veces, sin gravedad, menos que en otros gremios”. Encontramos otros testimonios que detallan brevemente, como los siguientes:

No, en general me he encontrado con gente muy respetuosa, aunque ahora que lo recuerdo he estado en reuniones o sentada a la mesa con gente del gremio, en donde soy la única mujer. Y es extraño. Bueno sí, si acaso alguna vez estuve cerca de alguien que desacreditaba mis ideas, quizá por ser mujer. O al menos fue una percepción mía.

 

No. Al contrario, puedo decir que es un medio en el que me siento muy a gusto trabajando.

 

Sí, y si sólo hay hombres en el ensamble se convierte en un lugar un poco hostil. (Patricia Reyes, “Pilla”, pianista y docente, 48 años)

 

En cuanto a la pregunta “¿Es más fácil pertenecer al gremio jazzístico mexicano siendo hombre o siendo mujer?”, una de las mujeres confesó no tener respuesta alguna, otras dijeron que era igual de difícil para ambos sexos, y el resto dijo que era más fácil como hombre, dando argumentos como los siguientes:

Es más fácil como hombre, porque no tienen que pasar por situaciones propias del acoso o incredulidad antes de llegar a la parte profesional. Una vez que pasas esto, viene el desempeño profesional que es el que realmente habla por sí sólo. Aunque aun así es complicado, pues si no eres aficionado a fumar mota o no compartes ese tipo de hábitos también te van segregando. (Anónima)

 

Hombre. Yo tuve que desarrollar mis propios proyectos para poder trabajar. Entre ellos, los hombres contratan a un hombre instrumentista. La nueva generación (entre 20 y 30 años) es muy diferente, quizá porque ya estudian más juntos en las escuelas de música, o hay más chicas, y siguen trabajando juntos después, a veces son roomies en otra ciudad etc. Es más relax ahora.” (Nathalie Braux, Clarinetista, saxofonista, compositora, 63 años)

 

 

 

  1. Existe la consideración de que las mujeres son contratadas por su atractivo físico

En cuando a la pregunta “¿Crees que el gremio de jazzistas dé igual trato a hombres y mujeres?”, sólo dos mujeres indicaron que existe “respeto” y “camaradería”; una de ellas consideró que quizás el trato varíe entre ciudades, pero sin un dato o referencia específica. El resto dio un “no” y sus explicaciones generaron contrastes importantes, por ejemplo, cuando dijeron que:

No. Definitivamente. La mayoría de los hombres no soportan que una mujer los dirija o sea mejor que ellos. Me he topado con hombres que tratan de vulnerar la dignidad de otras compañeras hablando mal de ellas o exponer sus intimidades con otros compañeros. Es aberrante. Al igual, con la imagen de las mujeres, es más fastidioso el tema de que tengas que verte súper producida para presentar tu trabajo.  A los hombres nunca se les exige este tipo de requisito para tocar. Con ir aseado y presentable es suficiente.

 

O que,

No lo creo, y son varios factores, entre ellos que gran parte del gremio está liderado por hombres y en muchos casos las chicas que han logrado exposición en ese gremio es porque tienen ese estándar de belleza implementado. Independientemente del nivel musical. (Patricia Reyes, “Pilla”, pianista y docente, 48 años)

 

  1. Hay más cantantes que instrumentistas; la mayoría de las cantantes no cuentan con una formación jazzística suficiente

Se investigó si la percepción de las entrevistadas coincide con la estadística de que existen más cantantes que instrumentistas en la escena jazzística de México. Únicamente una dijo que no, argumentando que las cantantes en realidad sólo tienen mayor proyección (son más contratadas o tomadas en cuenta por los medios); otra se sorprendió al ver que su región geográfica carecía de mujeres instrumentistas en el jazz:

Existe una notable tendencia que mujeres en el jazz son mayor número de cantantes. Yo hubiera querido hacer un programa sólo de mujeres en el jazz (un concierto;) sin embargo, me di cuenta que las mujeres en la región son más bien cantantes.  Sería muy interesante preguntarse y profundizar en por qué. Quizá es el lugar que se le designa más fácilmente o se cree es “más fácil” cuando en realidad es o debería ser igual que cualquier instrumento. Puede ser. (Anónima).

En resto opinó que en definitiva existe un número de cantantes por encima de las instrumentistas; sin embargo, explicaron que estas cantantes -en su mayoría- suelen carecer de estudios y preparación suficientes, y que muchas de ellas dependen de su físico:

Si. Es lo más fácil para algunas, el ser el foco de atención sin prepararse. Desgraciadamente hay muchas cantantes que son una farsa. Se hacen llamar cantantes de jazz por sólo interpretar un standard de jazz o pieza que además es una mala réplica de una grabación. No saben de improvisación, que es el alma del jazz y sólo se dedican a tener buena apariencia. Trabajan muy poco su voz, hay muchas que están muy desafinadas y cero conocimientos de teoría musical básica.” (Anónima).

 

Sí percibo que las mujeres en el jazz son cantantes en su mayoría, la verdad no sé por qué. Y también veo que algunas no sobresalen como un instrumento más del ensamble, creo que la voz al ser tan protagónica debiera mostrar un nivel de técnica y lenguaje tan alto como cualquier otro instrumento y eso, desafortunadamente, no es común. (Anónima)

 

Sí. Y también creo que son varios aspectos. Uno es que el jazz en México tiene una imagen desde Hollywood, ese jazz de Casablanca, etc. Muchas veces eso es lo que se espera y otros estilos quedan fuera. La imagen de la cantante es importante en esta visión de elegancia y un poco elitista. Al hacer eso de pronto ya tienen trabajo en eventos privados, etc. Aunque nunca hayan tenido una clase de lenguaje de jazz. (Nathalie Braux, Clarinetista, saxofonista, compositora, 63 años)

 

¡Uy! Creo que ha sido un error creer que cualquiera puede cantar jazz. En México pocas son las cantantes que tienen el compromiso artístico con el jazz, aunque hay chicas de la nueva generación que están cambiando esto, y lo escuchas al momento de verlas que están trabajando sobre el desarrollo de un lenguaje.” (Patricia Reyes, “Pilla”, pianista y docente, 48 años)

 

Hay que tomar en cuenta también que existen cantantes que afirman ser cantantes de jazz y se venden cómo tal pero realmente no lo son. Ellos no cuentan. (Anónima)

 

Sí considero que una gran parte por la que los músicos hombres tratan mal a mujeres es por ser mujer, y también porque no creen que los y las cantantes tengan el mismo estudio, las horas para dominar un instrumento, aun cuando el canto es igual de complicado… Sólo que hay cantantes que les da hueva estudiar escalas, arpegios, intervalos… ritmos… lectura, etc. (Tania Guzmán, instrumentista y cantante, 38 años)

 

Foto: cantante desconocida. Fuente: https://www.pinterest.com.mx/pin/357825132879126738/

 

Conclusiones del estudio

Hoy sabemos que es un mito el hecho de que las mujeres (y los hombres) deban abstenerse del jazz, o relegarse a un instrumento u otro, o que toquen mejor cualquiera de estos en función de su género (incluso desde una perspectiva neurocientífica); sin embargo, se siguen perpetuando estos estigmas escondidos en la cultura mexicana, lo cual se evidencia en una sociedad capaz de generar más hombres como músicos, y más mujeres como cantantes que como instrumentistas. No obstante, veo varios hombres hoy (en todo el mundo) que usan la voz, el piano y el violín en el jazz, e invito a otros académicos a que se enfoquen en la evolución de esta práctica y la razón por la que más hombres aparentan haber desechado pronto el estigma de género (o “generización”).

En la esfera de jazz de nuestro país existen mujeres que sienten pertenecer a un ambiente de igualdad, pero también hay quienes aseguran lo contrario; o hay aquellas que observan un retraso en el reconocimiento que se les llega a dar como jazzistas. Tal y como lo afirmó Peggy Gilbert (según su propio contexto) hace años, hoy también existen algunas mujeres en México que perciben que necesitan ser “mil veces más talentosas” y “tener mil veces más iniciativa” para obtener reconocimiento, que los hombres. Sin embargo, mis entrevistadas, a diferencia de Río Rito, no tienen la mínima intención de sugerir que ellas tienen “más cualidades” que los hombres.

Fueron diversas las opiniones cuando este estudio intentó averiguar si el gremio nacional de jazzistas da igual trato tanto a hombres como mujeres: mientras que algunas mujeres señalaron “respeto” y “camaradería”, otras dijeron que quizás el trato varía dependiendo de la ciudad; o que el trato no es igualitario. Según algunos señalamientos, “la mayoría de los hombres no soportan que una mujer los dirija o sea mejor que ellos”; ha habido hombres que intentan vulnerar la dignidad de sus compañeras al hablar mal de ellas o exponer sus intimidades; y el tema de estar producida (con maquillaje, atuendos…) para un concierto es una cuestión de más exigencia para las mujeres que para los hombres.

Algunas mujeres consideran que acceder al gremio jazzístico es igual de difícil para hombres y para mujeres; mientras que otras señalan que esto es mucho más fácil para un hombre; nadie consideró que esto pudiese ser más fácil para la mujer. Aquí se indican razones como que las mujeres deben sobrellevar acoso o ser aficionadas a la marihuana para pertenecer al gremio. Sin embargo, también hay quienes piensan que esto está cambiando con las nuevas generaciones, pues hombres y mujeres tienen espacio para trabajar juntos en las escuelas de música, de tal manera que poco a poco se va normalizando el hecho de que una mujer sea música, sin recibir acoso.

Se encontró que en muchos casos las mujeres jazzistas no se preparan lo suficiente (probablemente por las razones citadas), o dependen demasiado de quienes les apoyan con arreglos y producciones; asimismo, se señaló que no existe la suficiente representación en los medios de mujeres en el jazz, para inspirar a las niñas a emprender una carrera de esta índole; y que en muchos casos ser música implica trabajos nocturnos que le pueden dar miedo a una mujer. También se indicó que las mujeres tienden a tener miedo a la exposición y a los comentarios crueles por parte de sus colegas hombres, que son mayoría; motivo por el cual optan por hacer otras cosas relacionadas con el jazz, como producir. En cuanto al acoso, existe una división importante de experiencias. Algunas jazzistas lo han experimentado y otras no; pero la mayoría le considera una dificultad para que las mujeres se desarrollen plenamente en el jazz.

Para estudios posteriores, queda a resolver si es cierta la impresión generalizada de que el mismo gremio (los medios de comunicación, los foros o las mismas bandas) de jazz tienden a dar más proyección a las cantantes, por encima de las instrumentistas, y si es por esto que los números de las instrumentistas son tan bajos.

Los datos estadísticos coinciden con la sensación general de que hay mucho menos mujeres que hombres en el jazz mexicano; y que, de esas mujeres, la mayoría son cantantes. Además, salió a la luz que muchas de las cantantes carecen de una formación sólida como jazzistas; en varios casos, hay quienes incluso se venden como cantantes de jazz, pero no lo son, y las audiencias lo permiten. Creo que esto se debe a que el conocimiento sobre el jazz es casi nulo en México y porque vivimos en una cultura de la condescendencia hacia el artista: no exigimos calidad y se le aplauden a lo que sea “por respeto”. Una de mis entrevistadas aludió al hecho de que en nuestro país se tiene una imagen desde Hollywood sobre cómo debería ser la cantante, lo cual incide en que muchas de ellas se preocupen más por su exterior, que por su carrera musical. Así, se mostró una preocupación por el hecho de que las mujeres con un mayor estándar de belleza suelen ser quienes obtienen mayor exposición y aceptación en el gremio. Esto significa que en México debemos hablar más al respecto y formar futuras músicas que se empeñen más en sus estudios que en su imagen; así como fomentar una cultura que admire el trabajo profesional artístico por encima del aspecto físico.

 

[1] En nuestro país no contamos con los suficientes estudios para saber la cantidad exacta de mujeres que han sido y/o son parte de la escena jazzística a nivel nacional. Teniendo esto en cuenta, acudí al libro Atlas del Jazz en México, de Antonio Malacara (2016), pues este contiene un apéndice (llamado “Jazz en Movimiento: Jazzistas, melómanos y conexos”), que funciona como una suerte de directorio de personajes que supuestamente están participado en el jazz del país. Malacara deja de lado la verdadera resonancia que todos sus elegidos tienen o no en nuestra historia, por lo cual es difícil determinar su certeza. Mi experiencia y estudios de la esfera jazzística nacional jazzística me permiten cuestionar las razones por las cuales Malacara eligió a una u otra persona, y me queda claro que el maestro incluye algunos nombres legítimos, pero ciertamente le faltan algunos y le sobran otro tanto, pues muchos que menciona ni siquiera tienen una carrera como tal; aun así, entiendo que recopilar esta información es una tarea exorbitante y que el maestro hizo lo que pudo, con su mejor esfuerzo. En efecto, esta lista esculpida de un intento ambicioso, pero sesgado, es el único material que se tiene para obtener un número nacional aproximado; así que me puse a contar los nombres registrados por Malacara (aunque yo misma sumé algunos y quité otros) para obtener una proporción estimada entre hombres y mujeres. El resultado es dramático.

 

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