Componer música para poesías: ¿suma al arte o le resta?

Por: Estefanía Romero

Hablar de este evento es una oportunidad para remarcar el contraste entre el talento de las jóvenes promesas, quienes tienen mucho que decir y explotar, y el lastre de insistir en contexturas caducadas.

Desde hace muchos años reconocemos que parte de la marca de El Cuarteto Solar es su fuerte inclinación hacia la música clásica del siglo XX, que se caracteriza por paisajes oníricos, incómodos, los cuales en su momento sirvieron como un quiebre a las estructuras que antes habían sido impuestas en el arte por visiones victorianas. En efecto, surgió el jazz contemporáneo a mediados del siglo XX para servir de grito ante las configuraciones sociales y musicales. Hoy, este tipo de sonidos carecen de discurso social, por lo que su significado se recarga en las meras sensaciones que el artista pueda crear con las texturas, así que se necesita de maestría para adecuarlos a un discurso y no abusar del sin sentido.

El Cuarteto Solar y Tania Ugalde, en versión con sexteto de cuerdas, presentaron ocho temas originales con versos Sor Juana Inés de la Cruz, Francisco de Terrazas, Nezahualcóyotl y Juan Ruíz de Alarcón, entre otros, para su concierto magistral en el Festival Internacional Cervantino.

 

 

Si bien esta presentación fue bastante estimulante, hay lapsos que no terminan de redondearse y los quiero comentar. Como dice el biógrafo James Gavin, cuya fascinación se ha enfocado en la habilidad y personalidad vocales, parte de hacer funcionar una canción es elaborar desde la música y la letra mismas; es decir, ser poeta y músico a la vez, como Cole Porter, Ira Gershwin o Stephen Sondheim, para lograr lo que Gavin llama “la artesanía de la canción”. Sin embargo, esto es muy difícil de tejer cuando se intenta desarrollar música sobre una estructura gramatical ya hecha e intricada en sí misma; la acción de escribir música sobre poesía necesita un trabajo de observación gramatical bastante exhaustivo, de analizar sílaba por sílaba, de verificar acento por acento, para crear una rítmica y un fraseo que no rompa con las implicaciones de fondo. Todo con el objetivo de lograr una cadencia orgánica entre ambas artes, a lo cual llamamos prosodia. Alcanzar esto implica tantas proezas creativas, que a veces tan necesitas un equipo tipo Alan Menken y Howard Ashman, o Elton John y Bernie Taupin.

En efecto, este concierto de El Cuarteto Solar con Tania Ugalde forzó la poesía hacia posibilidades innecesarias, mismas que terminaron por romper con la función que en apariencia debía cumplir la parte lírica. Es incómodo pensar que su manera justificar las frases inconexas (en un sentido música-poesía) fue su uso del jazz contemporáneo. Aunque, no tienen la culpa del todo, escribir canción en español es particularmente arriesgado y dificultoso, sobre todo si te metes con poetas como los que se eligieron para llevar a cabo este repertorio. El Cuarteto Solar cuenta con un largo recorrido como ensamble, lo cual les ha permitido evolucionar a un lenguaje musical cada vez más consistente, orgánico y sustancial; esto me orilla a pensar que tal vez no necesitaban obligarse a la poesía para lograr algo interesante. 

Con todo lo anterior es importante recalcar que, a pesar de lo inextricable de las melodías, los lapsos de improvisación de este equipo fueron maravillosos. Conocen sus instrumentos, entienden sus alcances, exploran ritmos y tímbricas, crean momentos, su capacidad expresiva es superior; y es innegable que llevan en sí la marca de verdaderos artistas; lo cual jamás debería tener que romperse para volver a un tema que no funciona. De todas formas, es bueno experimentar y crearse retos.

Más allá, es cierto que el jazz tiene la tradición de crear frases melódicas copiando la cadencia de ciertas frases habladas. Por ejemplo, escucha el clásico tema “Watermelon Man”, de Herbie Hancock, y te darás cuenta de que su principal línea melódica se escucha justo como la pronunciación de las palabras watermelon man. Esto ocurre en ciertos brochazos del concierto de El Cuarteto Solar y Tania Ugalde, y les funciona muy bien.


Adalberto Tovar, el compositor, arreglista y director de este proyecto, es en realidad un genio en construcción. Esta mezcla de música de cámara, jazz y sus flashazos de Avant-garde dejan muy claro, tanto en términos de ejecución como de búsqueda de una voz propia, que El Cuarteto Solar es uno de los proyectos más avanzados y con más identidad en la escena jazzística nacional.

En cuanto a Tania Ugalde, años atrás ya me había sorprendido la honestidad con la que canta y logra reflejarse a sí misma. Hoy veo que ha crecido muchísimo en términos de técnica, personalidad y expresión, ahora quizás le falte trabajar en sostener y redondear sus frases, que a veces pierden contundencia al momento de cerrarlas. Cabe añadir que, a pesar de que la forma musical de las piezas que Tania cantó en esta velada fueron un reto muy grande, ella las abordó en su mayoría como una surfista profesional y sí se merece nuestro aplauso.

¡Bravo y gracias, Cuarteto Solar y Tania! Honestamente, ya quiero volverlos a escuchar con nuevos y muchos más proyectos.