Astor Piazzolla odió el tango, pero amó el jazz

Por: Estefanía Romero

Fotos a color: Carlos Alvar

El Cervantino participó en la conmemoración de los 100 años de Piazzolla. Así, el Quinteto Astor Piazzolla, que existe desde 1988 y cuya misión es mantener legado del gran compositor argentino, nos visitó en la #49FIC.

 

Quinteto Astor Piazzolla. Foto: Carlos Alvar.

 

Piazzolla es reconocido por haber creado el Nuevo Tango; sin embargo, es interesante recordar que Astor odiaba el tango en su forma original, pues en su niñez, este representó el sonido que hacía llorar a su madre junto a la radio, dada la nostalgia que esta sentía de su Argentina, durante la época en que Astor y sus padres vivieron como migrantes pobres en Nueva York. Después, cuando Astor creció y se decidió irse a hacer carrera a Buenos Aires, el tango se le hacía sinónimo de músicos argentinos que no tenían la intención de seguir adelante, sino que repetían una y otra vez las mismas fórmulas; incluso se sabe que Astor les señaló de mediocres en sus propias caras.

Piazzolla amó el jazz. Su hermana, Diana Piazzolla, narró que Astor de niño solía irse por la calle de los bares en Nueva York, para sentarse en las banquetas a escuchar a Bud Powell y otros jazzistas. Piazzolla también fue fanático del estilo clásico (escuchar a su vecino tocar Mozart fue lo que le llevó desde niño a amar la profesión musical) y de la música clásica moderna, con compositores como Igor Stravinsky y Béla Bartok; de estos dos últimos tomó una fuerte influencia para construir armonías y ritmos irregulares, mismos que trastocaron tanto al mundo del jazz. De hecho, muchos no terminan de decidir si el jazz influenció a los compositores clásicos modernos o si fue al revés.

Eventualmente, las influencias clásicas y jazzísticas de Astor compositor se fusionaron con un regreso abrupto hacia su corazón (el tango), gracias a los consejos de Nadia Boulanger, con quien estudió en 1954; esta combinación lograría lo que hoy conocemos como el Nuevo Tango. Todo esto se vio reflejado en su quinteto, creado en 1960, con bandoneón, guitarra eléctrica, violín, piano y contrabajo. Cabe mencionar que Boulanger impulsó a compositores y directores como Daniel Barenboim, Philip Glass, Leonard Bernstein, Quincy Jones, y otros personajes disímiles de alta envergadura, a quienes además de servirles de proveedora de teoría, los invitó a encontrarse con su propia voz.

Hoy seguimos enamorados de Astor Piazzolla en gran parte porque su sello cumple con la calidez y sensibilidad desgarradora del tango; pero, más allá, porque desarrolla estructuras complejas, laberínticas, sorpresivas, tomadas de los siglos de instrucción musical del compositor.

Así, el Quinteto Astor Piazzolla, que se conforma por: Pablo Mainetti (bandoneón), Nicolás Guerschberg (piano), Serdar Geldymuradov (violín), Armando de La Vega (guitarra), Daniel Falasca (contrabajo) y Julián Vat (Dirección), nos trajo un repertorio que a todos los enamorados de Piazzolla nos dejó felices, sobre todo porque es rarísimo que lleguemos a escucharle en México.

 

 

Para abordar una reflexión profunda sobre este concierto, los invito a leer la crítica del maestro Miguel Almaguer, quien tiene años de experiencia dirigiendo orquestas y demás tipo de ensambles. Su perspectiva será de gran aprendizaje para todo músico que busque observarse a sí mismo.