Jazz: un recurso político y cultural para grupos oprimidos

Por: Estefanía Romero

Revisemos la edición en español de Landing on the Wrong Note: Jazz, Dissonance, and Critical Practice, o como su traductor, Alain Derbez, decidió llamarle: Caer en la que no era: Jazz, disonancia y práctica crítica (2012), de Ajay Heble, a manos de la Editorial de la Universidad Veracruzana.

En esta obra, Heble teje lazos entre la teoría crítica y la crítica de jazz, para ofrecer variables que nos ayudarán a más y más profundos análisis del género musical en sus esferas sociales. A diferencia de otras obras, Heble no se limita a revelar el jazz desde una perspectiva histórica, sino que le profundiza como una música de representación social y, más allá de la importancia de las inferencias propias del investigador, creo que el valor de esta obra recae en la fuerte invitación que hace a sus lectores para formular sus propias preguntas.

Heble elabora hipótesis y dota de ejemplos a reflexionar, partiendo de lo que a él mismo le ha tocado vivir, desde su formación académica hasta su desarrollo como organizador del Festival de Jazz de Gelph. Así, el autor subraya el “resbaladizo e imperfecto ajuste entre la academia y la esfera pública”, entre las cuales intenta tender un puente.

Así, Heble aborda desde la primera paradoja: el jazz que fue tan rechazado en Estados Unidos, pero que durante la Guerra Fría fue utilizado como un arma de facto, predicadora de la nación del capitalismo a lo largo del mundo. Con ello y demás planteamientos, Heble apunta la importancia de la crítica literaria y de los estudios culturales, a manera de cómo estos pueden sumar a la comprensión del jazz y las capas que le envuelven. 

 

 

Asimismo, el escritor deja en claro que la música, al ser una fuerza social y crítica, puede ser un recurso político y cultural para los grupos oprimidos que buscan modelos alternativos de producción de conocimiento y formación de identidad (tal y como lo hizo la disonancia de la improvisación libre de los años 60, cuando los músicos afroamericanos buscaban ser escuchados a través del “ruido”). Sobre esta línea, Heble describe las actuaciones de Sun Ra, y el heroísmo de su oposición ante la segregación, tanto como músico, como figura pública en general. A la vez, Heble se pregunta por qué Sun Ra era un gran activista de las políticas raciales, pero nunca respaldó las luchas de reivindicación homosexual. Tomo esto sólo como un indicativo interesante de las redes que el autor es capaz de construir y controvertir.

En general, Heble, invita a nuestra práctica crítica a un proceso de constante autocuestionamiento, al sostener una consciencia de que la historia cambia a las sociedades y que, como sujetos, nos podemos enfrentar a paradojas siempre inesperadas.

Heble propone temas que por costumbre se han ignorado en el jazz, tales como el papel de la mujer dentro de esta disciplina, o la ética como un posible recurso de la crítica. Así, el autor se pregunta hasta qué punto los críticos deberían involucrarse en cuestiones culturales e institucionales, tales como la participación de las mujeres en los festivales de jazz, o simplemente dentro de esta práctica (en Bop Spots nos interesa esta problemática, por ello les invito a leer mis artículos sobre Las mujeres en el jazz y nuestra sección de crítica). Al respecto, Heble indica que “las situaciones que involucran la exclusión de las mujeres parecieran ser naturales de algún modo” (p. 196) y es ahí donde debemos empezarnos a preguntar: ¿por qué?

Más aún, Heble intenta responder a la pregunta: ¿qué debe pesar más: el buen arte o una conducta social opresiva? Al hacerlo, cita conductas abusivas por parte de Miles Davis hacia sus mujeres, y es incisivo al determinar que: “la representación degradante e inadecuada que reconocidos músicos masculinos fomentan acerca de las mujeres evidencia la necesidad de un análisis feminista del jazz” (p. 196). Repito, esta obra se publicó en el 2012, en español, y ya estaba poniendo de manifiesto una de las variantes hacia las que se inclinarían los estudios críticos del jazz del porvernir.

En lo personal encuentro fascinante a Heble cuando este analiza la autobiografía de artistas como Billie Holiday, Duke Ellington o Charles Mingus, para reconocer el vínculo entre las percepciones de estos mismos y la realidad. Aquí, el autor aborda tema filosófico: “la realidad de la ficción”; con lo cual alude a todos los temores del estudioso de la comunicación: ¿qué tanto ruido es capaz de meter el mismo emisor? Pero, más allá de eso, ¿qué tanto importa… si ese mismo ruido también está comunicando parte del contexto? Considerando esto, lo literal pasa a un segundo orden, sólo por detrás de lo que los mismos narradores de sus propias biografías quieren su lector sepa. Este tema es atractivo, porque al final esos son los documentos que pasan a la historia que futuras generaciones leerán para entender mejor el jazz. Hay que dejar claro que este tema es abarcado por Heble como otra variante del poder del jazz: cuando los afroamericanos comenzaron a escribir, pusieron en evidencia su importante rol, en la sociedad que tanto luchó por hacerles a un lado.

Por supuesto, Heble, al apuntar hacia la teoría crítica, cita a Theodore Adorno, para recordarnos las declaraciones con que este teórico acusó al jazz de ser otro producto alienador de las masas; pero, sin necesidad de oponerse con violencia a sus ideas, Heble decide darle a Adorno el lugar que amerita como otra parte de nuestra comprensión sobre la sociedad en la que construimos nuestros objetos culturales, y los significados que les damos.

Les recomiendo esta lectura, pues puede ampliar mucho nuestra visión sobre lo que es el jazz como un canal de representación social.

En portada: Ajay Heble, fotografía de Adam Lindoro. Fuente: https://canadaindiaresearch.ca/news/2021/05/ajay-heble-intergenerational-courage-and-importance-improvisation

Bibliografía:

Heble, A. (2012). Caer en la que no era: Jazz, disonancia y práctica crítica. Editorial de la Universidad Veracruzana: México.