El arte debe hablar por sí mismo | Reseña: “Collectives”, de Erivan GD

By: Estefanía Romero

*El arte visual de este artículo fue tomado de Collectives.

 

Collectives es una obra que se compone de tres álbumes audiovisuales: Blue Collective, Collectif Rouge y Coletivo Amarelo. Fue realizada por Erivan GD, contrabajista y compositor brasileño que conocí durante su colaboración con JAM ensamble sonoro, en México, donde desempeñó un trabajo limpio y profesional como ejecutante.

Sin embargo, Collectives me lleva a conocer a Erivan como compositor y como director de su propio proyecto.

A priori, es notorio que los títulos de cada álbum corresponden a tres idiomas distintos; esto devela que el statement fundamental de Erivan es: inclusión, colaboración y una bienvenida a la “incomodidad” de la otredad.

 

 

Sin más contexto que lo anterior, y antes de leer cualquier argumento del autor sobre Collectives, me di a la tarea de escuchar con atención los tres discos. Durante días de trabajo, me sorprendí escribiendo un sinnúmero de ideas alrededor de cada álbum, pieza, espacio de improvisación, idea melódica, y al final me encontré con un montón de fragmentos, que se contradecían unos con los otros. 

Eventualmente, no pude más con la curiosidad y leí el argumento del proyecto: El autor creó seis piezas, inspirándose el trabajo visual de artistas sordos, las cuales dejó en manos de distintos músicos y diseñadores de sonido, para que estos “desarrollaran sus propias ideas, como ejercicio para desenvolverse y encontrar discursos”, así que “Collectives es el resultado de la intención del artista de crear música que una a las personas, se abra a diferentes visiones, voces y perspectivas”, Erivan explica en su canal de YouTube.

Con esto en mente, decidí comenzar por la pregunta: ¿el artista logra su intención? Y aquí la respuesta que ofrezco es que Erivan logra su objetivo al momento en que trabaja de manera colectiva con quienes incita a realizar un trabajo creativo; en cambio, erra al presentar estos ejercicios como una obra de arte finalizada. Estoy fascinada con los temas que podemos desglosar desde aquí…

Para empezar, en una obra de arte conformada de manera colectiva, como una película, musical u obra de teatro, lo más difícil es lograr constituir el mensaje central del autor, quien tiene en su poder la responsabilidad de articular diversas metáforas hacia una sola gran idea circular: un universo propio. Por ejemplo, en Animals de Pink Floyd, el mensaje es claro: vivimos en una sociedad “de animales”, de “corruptos”; y el mensaje de cada una de sus piezas tiene congruencia con el primer gran mensaje de la obra total.

 

 

Bajo esta línea, sabemos que los discursos musicales con planeación previa (es decir, las composiciones) suelen tener más consistencia, porque, en el caso más profesional, estas son capaces de establecer una visión del lugar al que se quiere llegar, del mensaje que se ha de compartir, y este se mantiene durante todo el desarrollo de la obra; sin embargo, sabemos que parte del alma del jazz muchas veces ha sido experimentar al momento para ver hasta dónde se puede llegar, lo cual en desmedida no es necesariamente tan sano porque al perder el piso, se pierde conexión entre los músicos mismos, y/o entre estos y su audiencia. De hecho, notaremos que las piezas de jazz que han sobrevivido el paso del tiempo son también las que han tenido a grandes directores en sus ensambles: Duke Ellington, Dizzy Gillespie…

En el caso de Collective, las ideas de Erivan como compositor son catchy, melódicas, incluso sensuales y llamativas, lo cual es difícil de lograr en el mundo del jazz actual, y es síntoma de talento; sobre estas, los artistas invitados develan, por lapsos, una fuerte comunión con la búsqueda orgánica del sentido, logran una idea concreta y solida con alto validez artístico, pues establecen una narrativa profunda y propositiva. En este sentido, Coletivo Amarelo, me parece ser el álbum que más comunica desde la música:

En “Abcloo B.”, por citar una pieza memorable, hay una narración poética literal tras un entramado de jazz moderno. Te provoca la sensación de estar en un espacio cerrado, donde las ideas te golpean. Es la alegoría del caos de una conversación interna. La resolución final es un solo de bajo por encima de lo demás, como cuando la tormenta mental comienza a encontrar un cauce. Lo mejor del caso: no sabemos qué es “Abcloo B.” y no necesitamos saberlo.

“Saudades”, también de Coletivo Amarelo, me parece la pieza más propositiva de todo el complejo: presenta una especie de renacimiento de la balada, al tomar una melodía de este corte y llevarla hacia la rítmica sensual de un hip hop lento, que llena sus espacios con armonías en jazz (en efecto, la percusión en gran parte del álbum nos da un sentido de “lo actual” en la música: hip hop). 

Lo que yo cuestionaría en la obra total es que a pesar de que existe un mensaje noble, bien intencionado y que se alinea con los motivos sociales del jazz (libertad, inclusión, igualdad), no existe un discurso intrínseco en la obra como un universo, sino que existen muchos, y en algunos casos tenemos piezas en que los ejecutantes se permiten divagar demasiado, centrándose en el placer interno que puede experimentar el artista al encontrar sonidos. Esto es muy evidente en “Pink tide power”, de Blue Collective, donde tienes una melodía super pegajosa y con cierto misticismo, pero que se va perdiendo en un montón de ideas desarticuladas, hasta ya no tener nada que decir.

 

 

En cuanto a Collectif Rouge, es importante escucharle con audífonos, dado que la estética sonora de este álbum se aprecia mucho en su entretejido. Es agradable deshacernos de la música comprimida por un momento, para apreciar los detalles de los instrumentos. Aquí existen descubrimientos que llegan a ser muy llamativos, como el de un efecto sintetizado en unísono con una larga línea de bajo, que logra una nueva textura. Sin embargo, la narrativa del discurso sonoro nos queda mucho a deber.

En términos reformulados, es peligroso que una obra se sostenga sólo gracias a sus títulos o a la explicación que el autor le da, pues esta debería ser capaz de hablar por sí misma en todo momento. El Collectives únicamente nos es posible establecer conexión con algunas piezas o momentos clave; esto, considerando que fuésemos lo suficientemente pacientes para escucharla por completo. La necesidad de establecer sentido en el arte con un argumento puede, para observadores y escuchas novatos, acreditar una obra; mientras que, para otros, nos parecerá una salida fácil para justificar un montón de sonidos sin dirección.

Más aún, es fascinante llevar a cabo la tarea de impulsar a jóvenes a encontrarse a sí mismos a través del arte. Esto abre una gran oportunidad para que los niños aprendan de manera progresiva sobre los fundamentos del arte, el trabajo en equipo y la importancia de la dirección.

 

 

En fin, es decisión del artista autor lo que queda como un producto final. En el caso de Collective, reitero, desde su planteamiento inicial es eso: composición e improvisación hasta donde esta llegue. Esto me obliga a hacer un planteamiento quizás algo dramático, pero útil: Cuando das demasiada “libertad” a los demás, sin que estos comprendan tu propósito o se fijen alguno, como “colectivo”, ¿acaso no se pierde un espacio artístico en la nada, cuando este debería servir para establecer un statement? O, más aún, ¿qué significa la libertad del artista que se compromete a participar en la obra de otro?

En la vida misma, como en el arte, la libertad no existe por sí misma, sino que conlleva algún tipo de responsabilidad, de orden; de lo contrario, estaríamos frente a un espacio social de caos absoluto, donde cualquiera saldría desnudo a la calle, o utilizaría las palabras que quisiera en el contexto que fuera, y jamás seríamos capaces de escucharnos los unos a los otros, puesto que nadie tendría alguna idea estructurada. De hecho, este tipo de caos es el que vivimos en esta generación donde la democratización del arte y de las comunicaciones permite también que cualquiera emita su opinión sobre lo que sea, y en la forma que sea; pero eso no significa que se tendrá algún tipo de tesis que logrará sostenerse a través del tiempo. ¡Es igual con el arte!

 

 

¿Cómo nos podemos hacer responsables de nuestras libertades? Conociendo los conceptos básicos del arte que vamos a abordar, y determinando objetivos claros, ya sea desde un director, o como grupo; estos pueden ser pequeños, como una canción (y vaya que hay canciones que son obras maestras, como las que eligieron para Thriller, pero recordemos que Quincy Jones y el mismo Michael Jackson eligieron las piezas finales, entre 800 opciones); o enormes, como la hazaña de dirigir tres álbumes bajo un mismo nombre, donde cada pieza responderá a un razonamiento que debería tener sentido con la totalidad.

Cada ejecución evidencia que Erivan es quien tiene más claro el objetivo de su composición, pues este es un músico sensible que con el control de su técnica refleja lo que siente y, por lo tanto, expresa historias. Una pieza atrayente por su poética es “Celui qui aime les chevaux”, en Collectif Rouge, se trata de un lullaby llevado en bajo, lo cual es “extraño” dado que, en el imaginario occidental, las canciones de cuna suelen pertenecer a instrumentos de otras tímbricas, como el piano, el arpa, el violín. Entonces, aquí tenemos una bella metáfora entre el título y el significado de la música: “Quien ama a los caballos”, esas criaturas fuertes, ásperas, pero hermosas como el mismo sonido del bajo al desarrollar un discurso de amor a través de la melodía. Aquí, la música sostiene su argumento incluso sin el título, ¡y es aquí donde recae la magia musical!

Otra pequeña poesía es “Por onde for”, título de una pieza que se traduce como “Donde quiera que vayas”. Y la narrativa sónica expresa dicho mensaje sin dificultad, a través de un solo de bajo. ¿Coincidencia?, ¿o será que el autor, quien resulta ser el bajista, tiene claro su cometido en estas mini obras? Como comenté en el pasado (analizando un proyecto de mi muy querido Paquito D’Rivera): un gran ejecutante, o gran compositor, no es necesariamente un gran director… y está bien, hay mucha vida para seguir trabajando en conocernos como artistas.

Retomando el caso de Coletivo Amarelo, aquí se nota una conexión entre músicas que pertenecen a distintas épocas. Aquí escuchamos a un joven compositor que, cuando se lo propone, saca a relucir la voz propositiva que tiene de forma natural, y con la cual se permite ser un artista de su tiempo, que reconoce la importancia de navegar las músicas del pasado, y que se enriquece tomando elementos de lo popular.

En conclusión, la obra de Erivan es un gran planteamiento que funciona por partes, y que entonces sólo puede ser analizado de tal forma. De hecho, Coletivo Amarelo, por la mayoría de sus temas, ya apunta como uno de los favoritos en mi biblioteca personal de discos actuales.

Insistiré en que este proyecto promueve “la música más allá del sonido, inclusión y diversidad”, y el mundo siempre va a necesitar personas que dirijan este tipo de emprendimientos.

 

Puedes apoyar el proyecto de Erivan:

 

Referencias:

Quincy Jones. [Muso Al] (2022, March 25). Quincy Jones On Producing Michael Jackson’s “Thriller” [Video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=Tvuvunpk8LM