Jazz en la historia de los Premios Oscar

Por: Estefanía Romero

En los últimos años me he dado a la tarea de observar la conexión entre los Premios Oscar y el jazz, dado que esta me parece un indicador interesante sobre el interés que las audiencias puedan desarrollar o no alrededor del género musical. Recordemos que el jazz se ha difundido a lo largo del mundo, principalmente gracias a la radio y, desde The Jazz Singer (primera película con audio en la historia, 1927), en el cine.

 

 

Como anoté en mi artículo “La presencia del jazz en los Oscar”, muchas de las canciones ganadoras y nominadas a Mejor Canción Original se han convertido en standards*, y otras más, entre estas, resaltan por la influencia jazzística en su composición; de hecho, hasta 1936 todas fueron jazz, o “jazzeadas”: Ginger Rodgers y Fred Astaire son icónicos por cantar y  bailar standars románticos y swing en sus películas, protagonizando también gran parte de las primeras dos décadas en los premios Oscar.

Para los años cuarenta, varios standards fueron interpretados y actuados por estrellas como Bing Crosby, Judy Garland, Rita Hayworth, Mickey Rooney; y la gran mayoría de estos fueron replicados por fuera de la gran pantalla por estrellas como Ella Fitzgerald, Frank Sinatra, Sarah Vaughan y Peggy Lee, todos estos son de los más grandes cantantes de jazz de la historia, que llevaron tales melodías a trascender el paso de los años.

 

Judy Garland

 

En la década de los 50, Nat King Cole aparece en el cine, con canciones como “My Flaming Heart”; y Dean Martín, comenzó a utilizar varios standards sobre todo en forma de baladas. A esta época pertenecen “Wild is the Wind”, replanteada en una hermosa versión de Nina Simone; y “A Certain Smile”, que poco tiempo después cantaría Astrud Gilberto en un estilo más cercano a la samba. Más adelante en esta historia nos encontramos otros nombres relevantes, como Irving Berlin, Cole Porter, e Ira Gershwin, los grandes maestros poetas y compositores de jazz, aclamados en Broadway y Hollywood. A mediados de esta década, Elmer Berstein fue nominado al Oscar en la categoría de Mejor Banda Sonora (entre otras, a lo largo de su carrera), gracias a su icónico trabajo jazzístico en The Man with the Golden Arm (1955).

Noté que todas las nominadas o ganadoras a “canciones originales” de los años 30, 40 y 50, excepto por unas cinco, tienen los clásicos coros de Disney y entrada de violines; y aunque cada una tiene su forma propia, los arreglos hacen que todas se escuchen de manera genérica. Sin embargo, desde los 40, la música comienza a adoptar su propia personalidad; en este respecto, el maestro Miguel Almaguer (comunicación personal, 2023), compositor mexicano de música para cine, indica que Miklos Rózsa (aunque no está asociado con el jazz), fue el primer autor en darle un sentido a la música con las películas: “las películas españolas sonaban con música española, por ejemplo”, comentó Almaguer. Esto es importante para los comentarios que haré más adelante sobre Catch Me If You Can y Babylon.

 

 

En los 60 aparece Henry Mancini, uno de los autores más notorios en el mundo del jazz; Michel Legrand, un jazzista consolidado; y el reconocido Quincy Jones. Este último destacó como compositor de jazz desde los 50, cuando trabajó a Dizzy Gillespie; además fue el creador de “Miss Celie’s Blues”, de The Color Purple, que pertenece más bien al blues, tío del jazz.

Para los años 60 y 70 encontramos la recurrente voz de Shirley Bassie, quien no sólo cantó varias de las nominadas, sino que también replicó muchas otras obras y las llevó a su propio estilo.

En 1961 sobresalió West Side Story (música de Leonard Bernstein y letra de Stephen Sondheim), una épica de third stream*, al ganar 10 de los 11 premios Oscar a los que fue nominada, incluyendo Mejor Película y Mejor Banda Sonora.

 

West Side Story (1961).

 

En el 71 llega “Shaft”, como canción ganadora. Se trata de un tema totalmente contrastante a todo lo que se había escuchado con anterioridad. Por primera vez suena entre los éxitos de Hollywood una canción con arreglos de jazz rock, el jazz más representativo de aquella década.

Para los ochenta brilla Lalo Schifrin (desde los 60 nominado en la categoría de Mejor Banda Sonora), y Dave Grusin, compositor de jazz, que llegó a grabar en los 60 con Benny Goodman y Quincy Jones.

Posteriormente aparecieron un par de premios que también fueron hitos para el jazz: En 1987, Herbie Hancock ganó Mejor Banda Sonora, por ‘Round Midnight; y en 1991, Stephen Sondheim ganó Mejor Canción Original, con “Sooner or Later”, tema que escribió para Madonna, en Dick Tracy, y que llegó a ser interpretado en otras versiones, incluyendo una de Doris Day.

 

 

Entre los covers de canciones icónicas de Hollywood existen versiones bastante raras e interesantes, como “The Windmills of Your Mind”, compuesta por Michel Legrand, y ejecutada por Dizzy Gillespie; o “Colors of the Wind”, de Pocahontas, interpretada por Arturo Sandoval.

En los años 90 y 2000’s nos topamos con otra desaparición fuerte del jazz en la categoría de “Mejor canción original”; existen: “If I Didn’t Have You”, de Monsters, Inc. (música y letra: Randy Newman), ganadora del 2002; “Belleville Rendez-vous”, de The Triplets of Belleville (música: Benoît Charest, letra: Sylvain Chomet), nominada en el 2004; “Almost There”, de The Princess and the Frog (música y letra: Randy Newman), nominada en el 2010; y “City of Stars”, de La La Land (música: Justin Hurwitz, letra: Benj Pasek y Justin Paul), ganadora del 2017. Cabe agregar que John Williams fue nominado a Mejor Banda Sonora en el 2002, por Catch Me If You Can, donde supo realmente representar una época, cultura y estilo de vida a través de la música.

 

Catch Me If You Can (2002).

 

Ya en el 2020 nos encontramos películas cuyas historias se desarrollan alrededor de un jazz por fuera del imaginario clásico de la típica cantante “sexy” (¿Jessica Rabbit? ¿Blue Velvet?), que tuvieron presencia en los Premios de la Academia, en diversas categorías: Ma Rainey’s Black Bottom es la narración de una sesión de grabación de la reina del blues, mujer de negocios (poco común en su época: inicios del siglo XX), cuya imagen desdibuja los estándares de belleza de la sociedad occidental; también fueron importantes Billie Holiday VS The United States, una obra que reivindica la figura política y social que significó esta gran cantante y cantautora, quien históricamente se había querido retratar sólo como una consumidora de drogas; y Soul, una historia existencial sobre las decisiones de vida, donde por fin se muestra una mujer afroamericana saxofonista (importante subrayar: no cantante), como “leyenda del jazz”.

 

 

 

Este 2023, los Premios Oscar tocan sólo a una película con referencia directa al jazz: Babylon, nominada a Mejor Banda Sonora, Mejor Diseño de Producción y Mejor Diseño de Vestuario. La primera de aquí es la única me atañe y mi comentario resumido al respecto es: las limitaciones del compositor Justin Hurwitz como artista y la falta comprensión del jazz por parte del director, Damien Chazelle, hacen de Babylon un desperdicio de lo que pudo haber sido una ventana hacia una época memorable del jazz, para presentarlo en su apogeo a las generaciones presentes; en contraste, esta puesta en escena sirvió como bastidor de un montón de músicas que no tienen relación ni con el contexto, ni entre sí, ni con el mensaje que pretende ser comunicado. El compositor comentó que “Babylon no tenía que sonar a los 20, hasta donde él llegó a entender”, y por ello buscó música de otras épocas; no obstante, si la película anuncia desde el inicio que estamos abordando un Hollywood de los años 20, la afirmación de Hurwitz resuena como justificación pobre de un trabajo que tan sólo él no fue capaz de abordar.

 

 

La pieza “Coke Room” fue el resoplido (“tema”) central de Babylon, que se macheteó una y otra vez a lo largo de la historia, y que de jazz sólo tiene el timbre de saxofón (y una trompetilla por ahí perdida) que, al hacerlo escueto, seco y sin una dirección, cansa y bien podría ser el tema de antro del 2023. Encontramos otros episodios sónicos vacuos, como una big band que en vez de llevar swing en su percusión (como se usó en los tiempos que la película intenta retratar), ejecuta un único martilleo plano, común en la música pop de la década presente. Los bailes representados en la película nada tienen que ver con sus tiempos. La melodía del tema “Damascus Thump”, es un refrito de “Get Your Freak Out” de Missy Elliot que, ante la incapacidad de elaborar más sobre ella, presenta músicos improvisando; esta última acción fue una constante en toda la película: la flojera de componer un universo que hiciera sentido en todo su complejo audiovisual, y rellenos con la improvisación de otros artistas. Entre otros absurdos, por mencionar un par más: el tema “Toad” parece música electrónica de antro alemán de los años 90; hay una escena donde un personaje comenta “todos quieren la música de los negros [con una connotación racial peyorativa], entonces la ponemos en las películas”, es irónico que Chazelle haya intentado hacer este comentario a modo de protesta, al mismo tiempo que permite un jazz diluido en su propia creación.

 

Little Richard representado en Elvis.

 

Finalmente, este año también habría que hacer mención de Elvis, una película que, si bien no amerita una nominación al Oscar (aunque tiene ocho, incluyendo Mejor Película), incluye emocionantes apariciones de personajes como Sister Rosetta Tharpe, Willie Mae “Big Mama” Thornton, Little Richard, Mahalia Jackson y Arthur “Big Boy” Crudup, con las cuales se reivindica un poco la historia de que el “Rey del Rock and Roll” no fue quien inventó dicho género, sino que este tuvo su origen en aquellos personajes de la música afroamericana, que necesariamente pasa por el jazz.

En conclusión, parece que sin importar cuantas veces desaparezca el jazz de Hollywood o de los Oscar, siempre va a regresar. Asimismo, hoy en día parece que el jazz se va colando cada vez más en el imaginario colectivo, en formas más diversas, y sospecho que los próximos diez años nos mostrarán si alguna de estas películas llega a remodelar la forma en que se ha categorizado el jazz, como un ente artístico y social que cuenta con ciertos códigos, y si el jazz en Hollywood o sus menciones, cada vez más comunes, sirven en mayor o menor grado para invitar a las audiencias a consumir y comprender este género, más allá de cómo se les es presentado.

 

*Standard de jazz “es una composición que se mantiene en constante estima y que es usualmente utilizada como la base de arreglos e improvisaciones de jazz” (The Unabridged Random House Dictionary, 1967).

*Third Stream o “tercera corriente” por su traducción al español, es un subgénero de jazz que surge en los 50, se trata de música compuesta con técnicas que vienen de la música clásica, mezclada con fórmulas jazzísticas.

 

Referencias:

The Unabridged Random House Dictionary. (1967). “Jazz Standard”. The Unabridged Random House Dictionary. Random House, Inc.

Hurwitz, J. [TIFF Originals] (23, diciembre, 2022). Justin Hurwitz on the crafting the Golden Globe winning score of BABYLON | TIFF 2022

. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=pp8P7t3qMZk