
Por: Lucía Riva Palacio y Mariana Castillo
Fotografías de cortesía: Justin Catanyag (@justinn.jpeg)
“Cómo artista musical, mi objetivo es traer el jazz y la música clásica a mi generación”, expresa Laufey, en sus redes sociales. ¡Vaya reto se ha propuesto!
Probablemente hayas escuchado el nombre de ella, ya sea por su extraña pronunciación (algo así como “Lei-vei” en español) que nadie parece acertar, o por su tremenda presencia en redes sociales.
Se trata de una cantautora y multi-instrumentalista con más de 15 millones de escuchas mensuales en la plataforma de Spotify, una cifra que la sitúa en el puesto 189 del mundo. Además, es seguida por más de 7 millones de personas en la plataforma digital de TikTok, ampliando su comunidad más allá de su nicho en Youtube:
“Hay muy pocos ejemplos de artistas que un día estén en el escenario con una orquesta y al siguiente haciendo TikToks,” expresa Laufey en su página oficial.
La estrategia digital de la artista se ha basado en conectar con el público, en interactuar comunicándose con el mismo lenguaje que el de su generación (Gen Z), una que nosotras (siendo parte de la misma) percibimos como ajena al panorama del jazz.
¿Cuál es la razón detrás del atractivo de Laufey, capaz de generar un gran impacto en esta nueva generación?
Se trata de las historias en sus canciones. Además de su gran habilidad vocal e instrumental, lo que destaca de Laufey es su capacidad de retratar la complejidad de las relaciones amorosas modernas a través de sus letras, compartiendo en ellas sus emociones y experiencias personales de una forma honesta e íntima.
Los Gen Z hemos crecido con una exposición desbordante a los medios, desde una edad muy temprana: vemos series de televisión y películas, ¡y nos inundan las redes sociales! Esto ha creado en nosotras, y en nuestros coetarios, una fórmula perjudicial de expectativas románticas, que nos ha seguido desde la etapa adolescente hasta la adultez. Estas expectativas son, quizás no irreales, pero casi imposibles de alcanzar. La complejidad real del romance moderno es poco representado en los medios, ya que nadie quiere ver en pantalla la ansiedad, la inseguridad y la presión que las redes sociales generan en una persona de nuestra edad; ¡pero existen y Laufey las comprende! Ejemplo de ello es una de las canciones más emblemáticas de Laufey, «Like the Movies», cuyo tema es una reflexión sobre la idealización del amor a través de las películas.
En otras palabras, una generación que ha crecido bajo una visión idealizada de la experiencia humana en los medios y la cultura popular, ahora puede encontrar en la música de Laufey una representación que considera más auténtica y cercana a sus propias experiencias… un alivio.
Irónicamente, el éxito de Laufey a partir de las redes sociales es también una de las razones por la que muchos dudan de su capacidad como artista. La cantautora de 25 años ha dado mucho de qué hablar y, más concretamente, ha generado una discusión dentro de la comunidad del jazz estadounidense, que nosotras queremos poner en manos de nuestros lectores de habla hispana:
Con la fama, además del reconocimiento, han llegado también las críticas: “¿Laufey es jazz? ¿Desde cuándo el «jazz» es Laufey?”. Mientras que algunos se dejan llevar por el impacto de su propuesta musical, mucha gente opina que esta no representa el jazz en su verdadera esencia. En contraste, medios de comunicación conocidos, como The Rolling Stone (2023) o The Guardian (2024), se han referido a ella como «la salvadora del jazz en una nueva generación».
En efecto, hay publicaciones que cuestionan duramente lo que estas mismas definen como la insensibilidad de parte de los medios de élite al etiquetar a una artista sin ascendencia africana como “salvadora del jazz” (34th Street, 2024). No obstante, algunos críticos reconocen a Laufey por su talento y señalan que su enfoque musical, más allá de ser jazz, es propio de ella: “Laufey es Laufey” (NPR, 2024).
¿Hay una postura correcta? ¿Es posible conciliar estas dos caras de la moneda?

Es respetable la postura de aquellos que consideran la propuesta musical de Laufey como conformista; sin embargo, a nuestra forma de verlo, el valor de su música no radica en el nivel de riesgo que esta artista asume al componer, sino en volver a colocar el jazz en el centro de la conversación.
Su propuesta musical es, en definitiva, una puerta de entrada a este género para una nueva audiencia. Necesitamos a Laufey en la música porque es un artista en la cual podemos confiar para que el jazz resurja en un público más joven.
La historia de Laufey
Criada en la idílica, aunque fría capital de Islandia, Reykjavik, por una madre china y un padre islandés, su identidad siempre ha estado marcada por sus rasgos asiáticos, los cuales la diferenciaban del estereotipo occidental de su entorno.
Y es que, como ella misma ha dicho en la entrevista con la revista ELLE, en Islandia hay muy poca variedad racial, por lo que creció sintiéndose extranjera en su propio país. Esta percepción la ha acompañado toda su vida. Además, el año pasado, en una conversación en la emisora 99.7 NOW, Laufey expresó que, al crecer en un país tan aislado, su mirada siempre estuvo puesta en conocer el mundo más allá de su isla.

El tener una infancia, en parte, solitaria, ha sido lo que la ha llevado a encontrar en la música un escape y un espacio seguro donde puede expresarse de la forma más auténtica.
La primera vez que Laufey aprendió a tocar un instrumento fue a los cuatro años. Comenzó con el piano, y poco después evolucionó al violonchelo. En su familia, la música corre por las venas, siendo su madre violinista y su abuelo un profesor del mismo instrumento en el Conservatorio Central de Música, en Beijing. También se debe a su familia su variada exposición a géneros musicales como el jazz, el blues o la música clásica. Estos tres géneros son de los que han delineado su desarrollo artístico y se presentan en una gran parte de sus composiciones.
Tras concluir sus estudios musicales en Islandia, el logro más importante de Laufey fue obtener una beca para estudiar en uno de los centros musicales más prestigiosos del mundo, el Berklee College of Music en la ciudad de Boston. Así fue como pudo poner a prueba sus influencias y perfeccionarlas para aspirar a proyectos más ambiciosos.
Laufey buscaba la manera de forjar, poco a poco, su camino como artista en la industria musical, comenzando por publicar covers de estándares de jazz, en su mayoría pertenecientes al Great American Songbook (Gran Cancionero ), creando así una pequeña comunidad que la admiraba por su gusto musical y su habilidad vocal inusual, siendo su registro vocal más grave de lo que se estila en las mujeres actualmente. Con el paso del tiempo, y una comunidad cada vez más grande, Laufey publicó música original por primera vez, estableciéndose así como artista de nicho de una nueva generación. Entonces llegó la pandemia.
Debido a las mismas restricciones de la cuarentena, la artista optó por publicar videos en la red social de TikTok; pero, a diferencia de otros artistas que únicamente promocionan su música, Laufey se dedicó a crear contenido que reflejaba su personalidad. Y así fue que, inesperadamente, despegó su carrera musical.
