“Fuck Jazz School!”: Melanie Charles, épica en el MJazz

Por: Estefanía Romero
Foto de portada: Helios Salas

Hace unos días, me comentaba Clifton Anderson en entrevista que parte de comprender el jazz, es tener claro que este género musical, a pesar de ser una fusión de distintos elementos, tiene necesariamente que ver con la “black culture”, con la “black experience”.

En la parte central de su concierto, Melanie Charles elevó su divino timbre afroamericano y verbalizó la frase “Fuck jazz school!”, haciendo así alusión a lo que el mismo Clifton señaló:

“Ahora puedo decir por experiencia personal, que es imposible aprender a tocar jazz en la escuela. Puedes aprender cosas superficiales que necesitas, como vocabulario, teoría, este tipo de cosas; pero para realmente tocar esta música debes traer un legado. Este legado te llega con tu experiencia de vida, y a través de conocer las experiencias de tus mayores en esta música”, comentó el trombonista, sobrino de Sonny Rollins, para Bop Spots.

Dato curioso, tanto Clifton como Melanie Charles fueron a una misma institución de educación musical, de renombre, en Estados Unidos.

 


“Pagas miles de dólares y puedes ser Brad Mehldau… pagas miles de dólares y puedes ser Jaco Pastorius: ¡No funciona de esa manera! (“You pay thousands of dollars, and you can be Brad Mehldau… pay thousands of dollars and you can be Jaco Pastorius. It doesn’t work that way”) son los enunciados con las que Melanie redondeó su postura y me encanta porque concuerdo: un artista no sale de una fábrica, es único o no lo es. Entonces, Charles comenzó una balada (acompañándose a sí misma con el piano) que lleva en su primera frase un juguetón “quiero mi dinero de vuelta” (“I want my money back”), y nos llevó a soltar la carcajada.

La protesta de Melanie no sólo queda en el reclamo de lo que implica adjudicarse el término “jazz” como artista; sino que también exclama “¿Por qué no podemos bailar con el jazz?” (“Why can’t we dance to jazz?”). Historiadores del jazz han coincidido en que el jazz dejó de ser popular cuando este dejó de ser bailable; se refieren a la época en que Charlie Parker y Dizzy Gillespie revolucionaron el jazz, para convertirlo en bebop (también conocido como jazz moderno), en el NY de los años 40; este “nuevo jazz” ya no se trataba de una música que fueses a bailar en un gran salón (como ocurría en el swing de los años 20 y 30), sino de una que ahora irías a escuchar y observar, sentado, obteniendo goce y apreciación de una mera contemplación auditiva, más parecidos a los de una música de concierto. No pasaría mucho tiempo para que Dizzy Gillespie decidiera que el bebop no sería únicamente intelectual, sino también divertido, y por eso su música se convirtió en una de las más apreciadas por los seguidores y no seguidores del jazz.

Con esto último en perspectiva, vemos que Melanie Charles aboga por la popularización del jazz. Ella lo va a lograr, en principio porque tiene los pies bien puestos en sus raíces, conoce el blues, el swing, y no pretende imitar a nadie. De hecho, encuentro injusto que busquen compararla con Billie Holiday o Abbey Lincoln cuando se trata de personalidades y voces totalmente contrastantes, ¡lo cual es fantástico! Ya hay por ahí muchas imitadoras y no necesitamos más.

 

Rogerst Charles. Photo by Helios Salas [@helios_salas].

 

El control de voz de Melanie Charles es el de una verdadera profesional, su nivel expresivo es altísimo porque ha asimilado el manejo emocional del público: sabe inyectar alegría, tanto como es capaz de evocar percepciones sofisticadas, como aquello que ocurre en nuestro cuerpo y mente al racionalizar y eventualmente sentir lo que es un sarcasmo, ironía o frustración. Estar en un concierto suyo es vivir.

Más aún, Charles comprende la función de los matices tanto a lo largo de una pieza musical, como al momento de estructurar un concierto completo. Ordenó sus canciones de tal manera que nos llevó a una montaña rusa de soul, funk, R&B, pop y hasta punk, con jazz manifiesto en todo momento. Esta noción clara de cómo se construye un concierto es sumamente asertiva, porque te asegura un evento memorable. Además, se aventó un scat de primera, habló directamente al público y nos hizo repetir una melodía creativa, una y otra vez, para permitirnos como audiencia convivir de manera directa, horizontal, con la música.

¿Has escuchado la común broma: “nadie le pone atención al solo de un bajo/contrabajo?”; bien, un solo de contrabajo es imposible de ignorar en un arreglo de la banda de Melanie Charles. Simplemente funciona porque la música previa al solo logra establecer el recorrido musical, que hará posible encontrar un cauce coherente. Neurocientíficos han comentado sobre el placer estético que se vive en nuestro cerebro al escuchar patrones musicales que llegan a una suerte de resolución (es por ello que la música occidental tiene una teoría musical tradicional que funciona) y eso es claramente sostenido en el discurso musical de la banda. Lo mismo ocurrió con el resto de los solos de la banda.  

 

 

He de aplaudir que, aunque Melanie contaba con sintetizadores para jugar con la voz, no abusó de este recurso; por ejemplo, en algún momento del concierto desplegó un coro, obtenido de su sintetizador, el cual cayó como el brochazo necesario dentro del gran lienzo que ya habían logrado como ensamble.

Finalmente, quiero rescatar que Melanie Charles mencionó lo mucho que le importa hacer un tributo constante a las mujeres que pavimentaron el camino para que ella estuviese aquí. Esta vez hizo mención de Marlena Shaw, la cual recomiendo muchísimo escuchar.

En suma, Melanie Charles es una artista con todo lo que esto implica: conoce su época, tiene protesta, no le tiene miedo al humor, maneja su energía con propósito. Qué fortuna y acierto haberla traído al MJazz.