“Gente peleando por todas partes… y yo aquí, haciendo música”, Paquito D’Rivera

Por: Estefanía Romero

La carrera de Paquito D’Rivera tiene un gran peso para lo que hoy conocemos como jazz latino y lo que ha devenido de aquellas fusiones que él comenzó a lado de grandes músicos, como Dizzy Gillespie y Arturo Sandoval.

Paquito presentó tres conciertos este fin de semana con su quinteto de jazz y la Orquesta Sinfónica de Minería, para la Sala Nezahualcóyotl de la Ciudad de México, en la cual se ha presentó por primera vez en 1978 con el grupo Irakere y Calatayud.

No podría decir que se trató del mejor concierto que ha dado Paquito, incluso diría que estuvo muy lejos de ello. En primera instancia, tengo clarísimo que Paquito es un magnífico intérprete, pero el tema que presentó, “El elefante y el payaso”, bajo su crédito como compositor, dista mucho de ser una gran obra, se trata de un esqueleto lleno de fisuras que nunca llegan a conectarse, por lo que cada vez que empieza a caminar se cae a pedazos. A lo largo de ese tema hubo muchas ideas musicales que nunca lograron madurar y concretarse, para tejer el hilo hacia una sola gran idea. En fin, lo interesante es que la explicación de esta composición es muy bella: Paquito dice que se inspiró en una anécdota de cuando era niño y trabajó en un circo con los hermanos Aragón; decía que uno de estos, Fofó, era muy bromista y un día decidió esconderle el elefante a su domador, e incluso convencer a este de que tenía que denunciar el caso con la policía para que lo ayudaran a recuperarlo. Paquito sonríe y rememora una infancia maravillosa y llena de aventuras al contar la historia.

El concierto incluyó obras de Bernstein y Gershwin. La frigidez con la que Carlos Miguel Prieto condujo las danzas sinfónicas de West Side Story y Raphsody in Blue, dejaron claro que el único mérito se lo llevan los músicos por individual, pues sus talentos son indiscutibles.

Me urge comentar el homenaje que se hizo a Charlie Parker al interpretar Bird With Strings (1950, Mercury Records). Mi opinión contrasta mucho con la de Paquito, pues él decía que le parece en lo personal uno de los mejores discos de la historia; yo creo que se trata posiblemente de la obra en que más se escucha un Charlie Parker diluido; y me parece que es porque además de no tocar sus propios standards, el objetivo que tuvo al realizar dicho álbum fue posiblemente crear un producto más comercial que sublime. En fin, reubicándonos en el concierto, los grandes errores fueron no haber aprovechado Just Friends y April in Paris para integrarle grandes y mejores arreglos o, ¡por supuesto! para improvisar un buen rato. Esto es lo que sucede cuando no se acoplan dos conceptos, uno atropella a otro: se le dio tal prioridad a la orquesta que se pisoteó la parte jazzística, la cual debió ser en realidad el epicentro del concierto.

Otro momento que debió ser pletórico fue cuando apareció Alex Brown al piano, sobre todo por la solemnidad con la que le pusieron al frente, aquel teatro típico mexicano que conduce al público para que este sepa que lo que sigue son grandes aplausos porque “aquí está el gran músico”. Nunca voy a terminar de comprender qué motiva a las personas a aplaudir algo que está medianamente bien o incluso puede ser terrible…¿cortesía o falta de sensatez?. En fin, Brown quedó escondido tras el monstruo de la orquesta, nunca tocó con la fuerza, el volumen ni el swing suficientes.

Hacia el final se integró el quinteto de Paquito, con un grandísimo desenvolvimiento por parte de él y de Diego Urcola, a cargo de la trompeta y el trombón. Sin embargo, considero que se desaprovechó muchísimo al contrabajista, que sólo logró asomar un solo de corta duración. ¿Será que este fue otro concierto más de concesiones para la audiencia? Fue hasta la última canción que se sintió el verdadero Paquito D’Rivera, al revivir ritmos brasileños con Mark Walker en batería y percusiones; quien, por cierto, es buenísimo en técnica, pero vamos… Paquito ha tocado con Airto Moreira, ¿no extrañaría el feeling latino real?

El concierto cerró con una invitación al maestro Armando Manzanero (con quien compuso, supervisó y arregló el nuevo disco Paquito & Manzanero) para saludar al público, a un lado de la orquesta. Como comentó Paquito tras bambalinas, “Manzanero es un tipo con una visión extraordinaria, con unas influencias tremendas, escribió un libro en dos tomos… tiene una historia tremenda. Es importante que la gente escriba, por eso yo escribo cosas que me han pasado”.

En fin, en adelante les presento el encuentro que tuve con el magnífico Paquito D’Rivera, previo a sus conciertos. Lo divido en dos partes para acuñar en texto la esencia hilarante del Paquito que charla y te cuenta sus anécdotas; y, además, no dejar de lado algunas de sus opiniones concretas, que deben ir al archivo de la historia del jazz.

Encuentro con Paquito D’Rivera

30 de junio, 2016

-Paquito, yo estoy muy emocionada.

-¿Y eso por qué? ¡¿Qué te pasó?! ¿Te vas a casar?

-¡Es que me pasaron muchas cosas esta semana!

-Te sacaste el loto…

-Es que por tu culpa a mí me gusta mucho el jazz.

-Ah, no me vas a echar la culpa a mí.

– -¡Te voy a echar la culpa! Y quiero que me platiques muchas cosas, tú has tocado con grandes músicos, entre ellos uno de los papás del bebop, Dizzy Gillespie, y aparte tú eres uno de los responsables de haber creado varias fusiones de ritmos latinos, jazz, flamenco, balada, música clásica. Vaya, todo lo que has hecho ha sido muy importante en historia del jazz…

Mira, yo vi varias veces a Dizzy Gillespie disgustarse cuando alguien le decía que él había inventado el bebop. Él decía “eso es mentira, yo no inventé nada, no me eche la culpa a mí de eso”, porque él sostenía una cosa que es cierta, y es que él fue parte de un movimiento; claro, parte muy importante, no era cualquier parte, pero eso fue un movimiento, no sé, de jóvenes de los 40, Charlie Parker, Thelonius Monk, Kenny Clarke, todos aquellos grandes músicos que forman ese movimiento que se llamó bebop, y él me contaba que él nunca se imaginó que este movimiento, que todo el trabajo que estaban haciendo iba a tener el tremendo impacto que ha tenido después en la música en general, en la música americana y en la música en general. Lo mismo yo puedo yo decir, salvando la distancia del trabajo que hicimos nosotros con el grupo Irakere, cuando estábamos nosotros trabajando en eso, nosotros no pensamos jamás, sabíamos que era un grupo de jóvenes músicos buenos que estaban tratando de hacer algo interesante, pero nunca nos imaginamos que íbamos a tener ese impacto que tuvo en lo que llaman hoy el jazz latino.

-¡Claro! Y bueno, del devenir de todas esas cosas, en el escenario actual de la música, ¿qué es lo que a ti te gusta, cuáles podrías decir que son tus músicos favoritos?

-¡Los que trabajan conmigo! Bueno, Ron Carter tiene una contesta a eso que se puede usar. Una vez le preguntaron quiénes son y quiénes fueron sus músicos favoritos y él dijo “cualquiera que toque bien”, y realmente hay mucha gente que hace cosas interesantes. Uno de mis músicos favoritos de cualquier género musical es Chick Corea, yo pienso que es uno de los compositores más creativos de todos los tiempos, el más fresco y más alegre. A mí me encanta la gente que tiene la sangre ligera, no tengo nada en contra de Beethoven, pero no sé, me alegra la música de Bernstein, por ejemplo, o de Wershing o qué se yo, me gusta la música de Mozart, o de Dizzy.

-Tú tienes el discurso de la libertad a través de la música.

-¡Eso es tremendo! La libertad a través de la música. La música nos libera de tantas cosas. Hay un pianista que se llama Ahmad Jamal, con ese nombre que tiene ya te podrás imaginar que tiene problemas en todos los aeropuertos del mundo. Ahmad y Jamal, “¡ya venga usté pa’cá!”. La viajadera se ha puesto complicada en los últimos años, y entonces Mad Jamal dice “hijo, yo ya no cobro caro por tocar, yo por lo que cobro caro es viajar… yo llego, toco y me divierto muchísimo, ¡pero oye, viajar!, ‘Mad Jamad, pa’llá’… Si no es por una cosa es por otra”.  Siempre se complican las cosas, pero el hecho que tú preguntaste de que la música nos libera, me trae a la mente una anécdota que fue muy simpática para mí, pero para el otro que me hizo la pregunta, no lo entendió, porque estas cosas no las entienden más que gente que o son músicos o entienden el desarrollo de las artes. Me paro en la calle que es donde yo vivo: “Oye músico, para ahí, mira, en estos días en el club cubano se van a reunir ahí y ellos quieren que tú vengas y toques un poquito”. Le digo “está bien si se da la cosa, si coinciden las fechas”. Me dice, “mire, el problema es que ellos tienen muy poco dinero”; y les dije “¡qué raro!, bueno está bien, vamos, son cubanos, tienen poco dinero, ¿qué es lo que hay que hacer?”. No tú, ellos me dieron una cifra que a mí me dio risa, yo no recuerdo cuánto era, pero era nada. Entonces ellos me dijeron “no, no, pero nomás que tienes que tocar cinco o diez minutos”; y le digo “¡oye! Pero te consta que además que no me vas a pagar, ¡no me vas a dejar tocar, carajo!”. Al tipo no le dio risa, no entendió como… parece que él medía la cantidad de paga por la cantidad de la otra. Pero es verdad que la música lo libera a uno. El Bebo Valdes decía una frase bonita: “en nuestra profesión, la pesadilla termina cuando empieza la música”, linda frase, ¿eh?

-Platícame un poco de la experiencia de cómo transformas la música. Ahorita en este concierto, tomas música de Bernstein, Gershwin que, bueno, aunque sea música de orquesta tiene muchos toques jazzísticos.

-Sí.

-Pero has hecho sonar a Puccini totalmente diferente.

-¡Já! Tú tienes el disco, ¿no? Jazz Meets the Classics, ese disco ganó un Grammy el año pasado. Es un disco de compositores clásicos americanos y europeos también, pero, qué sé yo, como si Beethoven hubiera nacido en Guanajuato, algo así y como aplicando elementos jazzísticos y elementos de música de Latinoamérica también, es como una cosa transculturante, ¿no? ¡Pero es muy divertido! Por ejemplo, el segundo movimiento del concierto de Mozart para clarinete y orquesta, yo siempre lo oí como un blues y así lo he tocado. En Japón yo estuve ahora y toque el concierto el año pasado: el primero y el tercer movimiento yo los toqué como lo escribió Mozart y el de en medio lo toqué como blues y me pagaron (carcajada). Es solamente música.

-¡Gracias, Paquito!

-¡Gracias por venir!

Más apreciaciones de Paquito:

En cuanto al jazz en México.

“Aquí hay músicos buenos: Chucho López tiene una big band, Antonio Sánchez que vive en Nueva York, el Luri Molina. Es cuestión de hacerse una proyección internacional, una estrategia de dar a conocer los músicos de aquí. Hay un pianista en Xalapa buenísimo[…] ¡tremendo Edgar Dorantes, él hizo una pieza para mí dedicada a Messiaen, el compositor, aquel que escribíó el Cuarteto para el fin de los tiempos; y yo hice una pieza de jazz sobre la parte del clarinete de esa pieza, pero tenía una parte de piano muy comprometida y pensé ‘éste puede hacerlo sin pensarlo’, lo vi en ese momento porque yo, en ese momento y siempre, tengo un pianista tremebundo y él (Edgar Dorantes) todo perfecto, tocamos en Veracruz. Y el otro, (Alejandro) Corona todo lo que toca muy bonito son las danzas y los danzones”.

El problema del ruido

En algún momento se presentó con Antonio Sánchez y la Big Band de Winton Marsalis, sobre lo cual indica que “trabajar con Antonio es maravilloso… es un baterista que no hace ruido, yo odio eso profundamente. Hace poco yo escribí un artículo que se llama Alfred Nobel y la invención del micrófono y lo envié a la revista Model Drummers, pasaron los meses y nadie me respondía. Yo llamé al presidente de Model Drummers y le dije ‘oye, van a poder publicar el artículo o no porque si no me voy a otra’, ¡porque era importante! Que la gente preste atención porque es un problema mundial, el problema del ruido. Me dijeron ‘mire, ese artículo es ofensivo’, la verdad es ofensiva, yo lo sé, pero bueno, yo pensaba que estaban por encima de eso. Lo que dice es que los bateristas hinchan las pelotas tanto que es una clase de ruido terrible y un problema mundial, los bateristas y los técnicos de audio, y este es un problema fuerte. Con Antonio da gusto tocar porque es un tipo que tiene un tremendo sentido del balance. Una de las cosas que decía en el artículo es ‘cuando yo veo aparecer un baterista con dos bombos y vuela el platillo yo me aterrorizo, ¿sabes por qué? Porque sé que los va a usar’. Pero Antonio es una cosa tremenda.

Sobre la falta de popularidad del jazz

“El jazz fue música popular en un tiempo[…] lo que le mató la popularidad al jazz fue quitarle el baile, hay gente que tiene esa opinión y en cierta forma es verdad; la gente del bebop, ellos que son intelectuales, ellos mismos lo mataron, eso es así. Mira yo te voy a traer una historia, la gente que venía a ver a Irakere en Cuba, la gente se volvía como loca, porque no habían visto nunca una cosa así y eso que era música de baile. Pero al tú quitarle el baile, deja de ser música popular, pero al mismo tiempo no deja de serlo porque tiene sus raíces ahí. A veces vienen más, a veces vienen menos. Yo he visto músicos grandes tocar con el teatro vacío. C’est la vie”.

Paquito no sólo es un gran músico, también es un ser humano ejemplar. Como comentó al cerrar su concierto del domingo “hay gente peleando por todas partes… y yo aquí, haciendo música”.

Acá les dejo uno de los proyectos que creó Paquito D’Rivera, junto con otros músicos tremendos. Elijo este porque es en definitiva mi favorito: Dizzy Gillespie and The United Nations Orchestra.