Sueño lúcido es Steve Turre con Big Band en vivo

Por: Estefanía Romero

El dueño del trombón y de los caracoles de mar, impacta la historia de la Big Band con su presencia musical, arreglos, composición y dirección. El repertorio que presentó anoche tuvo mucho de novedoso. Escribiré algunos highlights.

Abrió el concierto anunciando tres piezas escritas por J.J. Johnson, quien “hizo por el trombón lo que Charlie Parker hizo por el saxofón” (anunció Turre), a manera de tributo: “El camino real”, “Little Dave” y “Save Wind”.

Steve Turre y Big Band Profesores JazzUV

Entre las originales de Turre: “Mellow D for Mister C” y “Ray’s Collard Greens”, ambas dedicadas a Ray Charles. En la segunda, un blues, Turre utilizó sus caracoles a manera de armónica. También escuchamos “Black Foot”, escrita por Turre para el pueblo Cherokee; y “V.O.”, que llamó bastante la atención porque lleva consigo un vaivén de bossa nova, samba, hardbop y herramientas de música clásica del siglo XX.

Turre también trajo consigo arreglos propios de “My Funny Valentine” y “All Blues” de Miles Davis. Esta última se tomó la noche pues el trombonista agregó “el toque” Turre en su máxima expresión. Para la introducción, el maestro tomó sus caracoles y acercó su sonido a las cuerdas del piano de cola para que estas vibraran y generasen una especie de canto; se movió recorriendo las alturas para crear todavía un espectro más impactante. A la mitad, un solo de trompeta con sordina rememoró a Davis. Otro solo interesante fue el de la flauta transversa, que movió el cool jazz hacia un paréntesis de hardbop. Por fragmentos, Turre incluyó el intercambio de caracoles de distintas formas y sonidos.

Es impresionante la manera en que este personaje dirige una orquesta y presenta una orquestación; así como el lugar que da a los solos, soli, colores, matices, la forma en que respeta a sus compañeros, el manejo de su propio instrumento, la innovación; el sentido tan profundo de sensibilidad y el conocimiento ante la elasticidad de las posibilidades de las herramientas que tiene.

Turre, además, llegó equipado con un batallón de exponentes excelentes y logró con ello un concierto de primer mundo. La big band se conformó por maestros de JazzUV y miembros de la Orquesta Sinfónica de Xalapa.

Podíamos ver a Turre bailar con sus brazos, dando indicaciones para subir o bajar volúmenes, o presentar solos y diversos juegos entre dos o más instrumentos. Fue evidente el sentido de comunicación entre todos los exponentes. Si bien se mencionó que el concierto había sido muy ensayado, lo cual se vio en los pulcros resultados, también me dio la impresión de que hubo órdenes espontáneas, frescas y muy bien llevadas tanto por la imaginación creativa de Turre, como por la respuesta de los ejecutantes.

Turre es un artista completo e innovador, pero es notorio que parte de lo que le hace tan grande fue haber aprendido de Dizzy Gillespie y verle trabajar con orquestas, además de comprender de este cómo la humanidad cambia el sentido de la musicalidad. Los discursos de Turre fueron breves, pero suficientes para escuchar que la melodía que este tiene al hablar se asemeja mucho a la de Dizzy, lo cual me hizo temblar de emoción, pues he visto cómo el alma del gran Gillespie se ha colado, de una u otra manera, en varios de los músicos a quienes este adoptó para su United Nations Orchestra. O al menos en los que yo he logrado escuchar en vivo.

Que siga la bella música y larga vida al Festival Internacional JazzUV por traernos este tipo de espectáculos.