Jazz 2021: más diverso, femenino, más queer

Por: Estefanía Romero

 

La visión musical y educativa de Pilla Piano están directamente relacionadas con lo que  tanto se predica en el Día Internacional del Jazz: la igualdad entre pueblos, naciones, razas, edades y géneros; sin embargo, Pilla va más allá y ve también por la inclusión de los géneros disidentes… lo cual tiene implicaciones mucho más profundas.

Patricia Reyes, conocida por quienes la seguimos como “Pilla Piano”, es una pianista de alto alcance; pero también es menester reconocer su esfuerzo por la presencia del jazz en México. Pilla fundó el grupo Ameneyro, y es considerada pionera del jazz en Los Altos de Chiapas. Ha colaborado con importantes figuras del jazz internacional y ha llevado su música a otros países. Es docente, imparte talleres y seminarios en diferentes recintos académicos y espacios abiertos. Fundó el proyecto “Jazz: Mujeres y disidencias”, que incluye tanto encuentros, como minidocumentales que exponen (¡por fin en español!) a mujeres importantes del jazz, las cuales tienden a ser olvidadas por la historia. El jazz de Pilla se caracteriza por la improvisación libre, la música popular y un lenguaje musical vernáculo. 

Así, les invito a disfrutar un feliz Día Internacional del Jazz 2021, lleno de amor, complementado con los nuevos horizontes que nos ofrece Pilla Piano…

 

Pilla Piano. Foto: Alejandra Barragán

 

El jazz de Chiapas

E: La música tiene un impacto en sí misma, pero siempre viene acompañada de un impacto social. ¿Cuál ha sido el impacto social del jazz en México? Si es que existe.

P: La apreciación, el acercamiento, la educación misma. Nosotros hicimos un proyecto que tuvo tres becas, rebasó objetivos, en Chiapas; pero fue chistoso porque nosotros no lo pretendíamos al principio como un beneficio social. Llegamos a un pueblo que sólo escuchaba reggae, lo que queríamos era tener más colegas jazzistas. La gente no llegaba a los conciertos porque no sabía qué era el jazz. Ahí nació lo de los conciertos didácticos, para que al ver anunciado el jazz supieran cuál era el tema. [Antes de esto] Allá el jazz era sólo los hermanos Domínguez… con “Perfidia”[1], en el teatro Hermanos Domínguez había fotos con Duke Ellington y demás. Los conciertos didácticos [que explicaban la historia del jazz] crecieron. Todo empezó con involucrar al marimbista Alexis Díaz en el primer disco de Ameneyro. Hicimos varias cosas con él.

Duke Ellington y Alberto Domínguez Borrás. Foto cortesía de Pilla Piano.

 

E: En Estados Unidos el jazz comenzó en las comunidades, mientras que en México tenemos un jazz ya procesado que ahora se acerca a las comunidades. Es un proceso inverso que genera nuevas músicas.

P: Eso le faltaba al jazz en México. La vieja escuela viene a swingear “Bésame mucho”, a swingear “La llorona”. No pues estás jazzeando lo mexicano, y lo que pasa con Cuba, Brasil, España, etc., es a la inversa, se lo apropian a sus ritmos de identidad. En el caso de México se trata de “mexicanizar” el jazz y eso tiene que ver con nuestros ritmos y tradiciones.

E: ¿Cómo definirías el jazz de Los Altos de Chiapas?

P: Era un pueblito muy chiquito, pero tenía visitas de todo el mundo. Imagínate cuántos sonidos llegaban. No tiene un rollo de identidad que digas “es chiapaneco porque tiene marimbas”. Los pocos que se quedaron son el grupo de blues, que fueron mis alumnos: Lumaltok, de la comunidad de Zinacantán. Me tocó ver como ellos nunca podrán ser una banda de covers, les ponías una canción y la tocaban con el disco, pero juntos no podían tocarla. Eso tiene que ver con su cosmovisión. Una trabajo creativo sí es más de las comunidades; y el estudio como lo hacemos nosotros en nuestra formación, era más en San Cristóbal y en la Universidad de música. Ahorita en San Cristóbal se están llenando mucho de sonidos europeos por algunos docentes de la Unicach. Los invitan a tocar y es música original, pero tiene influencia europea. Los procesos son muy distintos, el lenguaje del sonido es distinto [entre la comunidad y San Cristóbal]. En el caso de Lumaltok, ¿por qué se les quedó el blues? Empezando por ser comunidades que han sufrido racismo, xenofobia… igual que los negros, los blueseros. Se identifican por enfrentar la misma discriminación.

E: ¿Ellos están conscientes de esa historia del blues?

P: Sí, y conocen a los blueseros. Y les gusta. Se identifican.

 

Pilla Piano. Cortesía de Pilla Piano.

 

Pilla hasta el final

E: Tú eres capaz de decir “me gustan los corridos”, “a mí no me gusta Chick Corea”. Me gusta porque, más allá de que estemos o no de acuerdo contigo, brindas con tus opiniones una opción más de lo que debería ser o de lo que se generaliza.

P: Mas allá de lo políticamente correcto.

E: ¿Cuál es tu sentir al hacer este tipo de enunciados en redes sociales?

P: Yo vengo de un barrio  de la periferia de Texcoco, de esas zonas conurbadas peligrosa. Creces con una escucha de música y situaciones y al paso del tiempo si la vuelves a escuchar te recuerda esas vivencias y situaciones de haber crecido ahí. En un día de fiesta o un domingo mi mamá me decía “vente, vamos a echarnos un aguardiente”. Ah, pues sí. Y ponía esa música vernácula de sones huastecos, rancheras, boleros. Ese es un momento que quizás para otras personas con su familia en un fin de semana sería “fuimos al cine”, “nos echamos unas chelas”, “hicimos un asado”, “fuimos a jugar futbol”. Esas músicas han revivido aquí en Guadalajara porque son los sonidos que me he encontrado en lo cotidiano de aquí.

Es genuino, me gustan, crecí con ellos. Con este tema me pongo más intensa porque esta música mexicana la escondí mucho tiempo. Ya a estas alturas me vale, pero la escondí porque en el conservatorio, por ejemplo, una vez un maestro me dijo “qué porquerías escuchas”; otra maestra me dijo “es que estás tocando basura fuera del conservatorio, necesitas dejar de tocar y de escuchar eso para que puedas entender el clásico”. Pasa el tiempo y dices “qué curioso, porque eso es lo más importante de nuestra identidad”. Lo que me permitió superar eso fue la Doctora María Luisa de la Garza y a la Red Napiniaca de Musicología y Etnomusicología en Chiapas. Ahí noté otro dato curioso, que ninguno de mis colegas maestros de la universidad llegaba a los seminarios, encuentros, etc. y me convertí en un miembro hasta la fecha. Ese curso de “Las músicas que incomodan y otros gustos culposos”, me sorprendió ver a estudiantes de posgrado de áreas de sociología, feminismos, en fin, otras áreas… En una clase había una chica emocionada por El Recodo y habló de su experiencia cuando la criticaron por decir que le gustaba; me sentí identificada con ella.

Desde mi experiencia, los músicos en su estudio no contemplan el alcance social de las músicas. La gente cree que la música es la culpable, como en los narcocorridos… cuando en realidad la música es el resultado de lo que ya está pasando, aunque algunos hacen apología del delito y ahí no me voy a meter, ahí es otra cosa con el negocio de la música. El problema de educación está en otro lado y no en la música. El arte es el resultado de lo que está pasando; los músicos se niegan a verlo.

 

Pilla Piano. Cortesía de Pilla Piano.

 

El rollo Chick Corea es por la escuela que tuve. Eso se lo debo a [Francisco] Téllez. Téllez, desde el primer día como taladro a la médula decía “el sonido afro es donde está el secreto”. Si alguien me ayudó y me enseñó a amar y respetar el sonido negro del jazz fue Téllez y la [Escuela] Superior de Música. Crecí tocando con cubanos y aprendí, es así de explosivo… también tiene que ver con la lucha de los derechos de los negros, y así es el free jazz, cuando vas por la vida con un sonido vibrante… y eso no me da con Chick Corea. Lo estudié, tomé una master class con Joanne Brackeen, lo escribí, lo toqué, tengo derecho a decir que no. No como muchos músicos que dicen “no me gusta el reggaetón”. Pero, ¿por qué? ¿ya lo escuchaste? ¿Ya lo tocaste? “No”. Es como no probar las manzanas y decir que no te gustan.

Si me gusta o no me gusta no tiene nada que ver con que sea un mal músico. De hecho, Chick Corea es un músico extraordinario, pero no me gusta porque en lo personal no me representa, por mi formación.

 

PIlla Piano. Foto: Alejandra Barragán.

 

Jazz más diverso, más femenino, más queer

E: Llevas como eslogan de tus distintos cursos y proyectos la idea de que “el jazz se está volviendo más diverso, más femenino, más queer”[2]. ¿A qué te refieres con eso?  

A grandes rasgos, las condiciones fueron mucho más difíciles, en la historia del jazz, para las mujeres que para los hombres… y más para las instrumentistas. En la actualidad, hay cada vez más mujeres. Lo que pasa con la diversidad, es que yo puedo ser abogada, pero mi postura política es queer. Tú ves en mí una morra, pero soy “abogada queer”. Esa es una de las posturas que se están dando y el jazz no está quedando afuera. Curiosamente, en esta postura, hay más empatía por parte del círculo de mujeres, en muchos casos no hay ese choque agresivo que suele existir con los hombres; por eso es “Mujeres y disidencias” [el nombre de los cursos y documentales fundados por Pilla], porque son lugares seguros. Abrir esos espacios es ya súper necesario, importante, y esto está pasando en el 2021, en el siglo XXI, ¡incluso en México! Pero nadie lo ve. El primer encuentro de Jazz Mujeres & Disidencias 2021, que se va a llenar con mis alumnes, pero es empezar a hacer notar: ¡esto existe!

Julia Hülsmann dice en una entrevista “los espacios de los hombres siempre han pertenecido a ellos y no se dan cuenta. Ese momento de cambio va a llegar, pero soy muy impaciente y estoy furiosa, porque debería cambiar”.

 

 

Como maestros, nuestros espacios están divididos, en mi caso: mis alumnas, mis alumnes trans, no van a ir a las jams convencionales porque no los consideran espacios seguros. No, es un espacio en el que se van a sentir cómodas, aunque estén tocando Bill Evans o bebop. Me han hecho saber muchas veces que no irán, no entra en sus planes. Entonces, tenemos que crear nuevos espacios. Esto ya evolucionó también para nosotros como docentes. Algunos docentes se están haciendo responsables de cómo quieren participar.

Y me entró otra duda… Si tú tienes un grupo de alumnos y uno está enfermo de [ejercer] acoso o violencia, lo peor que podemos hacer los maestros es cerrarle la puerta y sacarlo. Debemos sentir empatía. Creo que ahí es donde se pone radical la onda: “Pilla, no eres aliada”. Tampoco es así para mí, ¡soy maestra! Y trato de entender y colaborar en algo que es un problema de educación: ¿cómo integramos a alguien con disposición de cambiar? ¡Qué difícil ser maestra!

 

Pilla Piano. Foto de Alejandra Barragán.

 

E: Sí, yo no me declaro abiertamente feminista, porque quién sabe qué se vaya a interpretar, de tantas variantes que hay.

P: Sí. Antes era: eres mujer, eres mujer negra, eres mujer negra y gay. Ya son muchas las categorías a las que se están abriendo. La improvisación libre se lleva mucho con esto. El ruido, el noise[3] y la electrónica ofrecen un espacio para poder politizarlo, tener ese espacio disruptivo. Es postura política cuando haces noise, libre impro, sí o sí. Por eso quienes hacen noise se llevan muy bien con quienes hacen [jazz] contemporáneo o libre improvisación, como es mi caso. Son espacios de encuentro, no sólo de música o arte sonoro, se comparten muchas cosas más que tiene que ver con una identidad disruptiva.

E: Ahorita que vamos a celebrar otro año más del Día Internacional del Jazz, es importante abordarlo desde la perspectiva que presentas. El jazz ha sido la cara de la igualdad, sobre todo en términos raciales. Yo lo vi en mis estudios: mientras críticos les abrían paso a los afroamericanos, le cerraban la puerta a las mujeres… y vaya que meter más géneros, ni siquiera se hacía o se hace. Yo en mi investigación [sobre las mujeres en el jazz] pensé, ¿cómo meterlo? No tengo teoría de eso. Es una investigación que se tiene que emprender directamente desde el inicio.

P: El feminismo fuera de la academia es inclusivo; el discurso de la academia ofrece muchos sesgos, es un discurso que sí raya en lo elitista, desde ahí ya vienen muchas diferencias y cómo se defienden. Se supone que el arte es incluyente, entonces más bien vamos a sacarlo un poquito de la academia.

Como dijo Ted Gioia, tal vez el jazz es el género musical que más representa la transformación de la cultura en el siglo XX . Pero esto está pasando en todo el mundo, y no nada más en el jazz. Es muy difícil nombrar las identidades con especificidad, las políticas de cuidado, es imposible nombrar todas las sexodisidencias con especificidad, pero te puedo decir que este espacio que estoy abriendo es para aglutinar y dar chance a que se encuentren y se reconozcan.

Hay otra cosa. Guadalajara está considerada la capital gay del país. Sí hay muchas diversidades. El problema con la sociedad mexicana es que se siente aludida cuando haces un encuentro así y me pregunto: ¿por qué les molesta?

Me buscan para clases, encuentros y tocar. Y a mí lo que me importa es la música. Como dijo Miles [Davis]: “no me importa si es amarillo, rojo o morado, lo que importa es que tocas está bien”. A mí no me importa si es drag queen tocando Bill Evans…

E: Hablando musicalmente. Los estilos que te conozco son latín jazz… y mucho de vanguardias, improvisación libre. Pero ahora me llama la atención notar que para ti es consciente tomar estas últimas músicas que sirvieron para hacer ruido en los 60, 70, en Estados Unidos; y ahora tú y las disidencias las utilizan para hacer otro tipo de provocación. ¿Ellas llegan contigo con la idea de hacer esa música o tú les hablas de esa música y entonces deciden usarla?

P: Más bien te encuentras con esa música inevitablemente. En el caso del noise y sí [4], fue porque yo vivía con unas amigas que son pareja y conocí muchas diversidades por ellas. El noise y la libre improvisación es un espacio de libertad y desarrollo para estas diversidades. Defender la libertad es lo más importante para la gente que hace las músicas disruptivas… y ser ejemplares en su cumplimiento. Para mí eso es súper destacado, porque no sólo es la presencia de una mujer en un ámbito que ha sido percibido solamente para los hombres; sino, me di cuenta de que son vanguardias. Con el ruido dicen: ¿eso es música? Y ya estás llamando la atención, ya se dieron cuenta. Claro, puede ser todavía más disruptivo y así es el jazz experimental, y las vanguardias europeas atonales.

De eso iban los minidocumentales. Cuando se dice en Berlín que el jazz “se está volviendo más diverso, más femenino, más queer”, ¡claro! Son vanguardias, ruidos, atonalismo. Ahorita es interdisciplinar todo allá. Son vanguardias digitales. ¡Qué ganas de estar en Berlín! Eso es algo de lo que ya debemos estar hablando porque es importante que se ponga en el mapa.

E: ¿Te gustaría agregar algo?

P: [Sobre los documentales “Jazz: Mujeres y disidencias”] ¿Por qué es importante ofrecer esta información? Porque no existe en español. Es triste, pero no todos hablan inglés en este país, y porque soy curiosa. [Esas mujeres] Son importantes en la historia de la música como lo fue Miles y lo fue Coltrane, es importante hablar de ellas, tocar su música, darlas a conocer y estudiarlas.

 

 

[1] Alberto Domínguez Borrás escribió el famoso bolero “Perfidia”, que ha alcanzado el estatus de standard de jazz, debido a la multiplicidad de versiones que le han hecho diversos jazzistas.

[2] Pilla tomó está cita de Wolfram Knauer.

[3] Noise (“ruido” en español), también conocido como ruidismo, es una categoría de música que se caracteriza por el uso expresivo del ruido dentro de un contexto musical. Este tipo de música tiende a cuestionar la distinción que se hace en las prácticas musicales convencionales entre el sonido musical y no musical. (Eldritch Priest, 2013).

[4] “Síntesis”: término de la jerga del círculo de la música electrónica, para denominar la música hecha con sintetizadores.

 

Fuentes:  

Priest, E. (2013). “Music Noise” en Boring Formless Nonsense: Experimental Music and The Aesthetics of Failure, p. 132. Londres: Bloomsbury Publishing; Nueva York: Bloomsbury Academic.