La herencia de Zensei, ícono mexicano del jazz

Por: Estefanía Romero

Hoy es el aniversario luctuoso de Oscar “Zensei” González, por lo que le honramos al recordar sus enseñanzas, su obra musical, sus aportes a la cultura en México, y su figura como ser humano. Para hondar en el tema, me acerqué a Álvaro Suárez, conductor de los programas de radio “Esta Noche Jazz” y “El Placer del Jazz” en Nuevo León, y gran amigo de Oscar. Álvaro nos deja muy clara la importancia de continuar el trabajo que “Zensei”, el compadre, dejó en nuestras manos, para impulsar el jazz.

 

Oscar Zensei. Foto cortesía de Pilar Diosdado.

 

Empresario, escritor, músico, promotor y ejemplo

E: ¿Qué representa Oscar Zensei para Monterrey, para Nuevo León y para México?

A: No me atrevo a decirlo así porque el mercado del jazz está reducido, es poca gente y, para esa gente, Oscar representó un gran guitarrista, esa era su imagen. Ese fue su primer paso. Él quería que le reconocieran como un hombre que de tanto estudio y tanto trabajo podía emocionar a las personas; pero Oscar trascendió como músico y promotor. A la vez que él hacía un contrato hablaba de organizar cosas, estaba pensando en un festival… siempre estaba buscando que los músicos tocaran, y eso se lo transmitió a todos los músicos que conoció. Siempre tenía la inquietud de estar en actividad, de estar unidos en un proyecto; él veía el jazz como una fuerza, no como un grupito que toca en la esquina, ese concepto él lo odiaba, yo también.

Eso quería él, tomen en serio el jazz, respeten el jazz. Lo dejó en la mente de la gente. Muchos llegan, tocan, les pagan y se van. Él se quedaba a dialogar para hacer algo a futuro.

Cuando él hace su libro El lenguaje del jazz, es otra forma en que él quería influir en que otros hicieran más libros de jazz. Cuando hacía un disco decía “¡tenemos que estar activos!”, tener presencia, él se encargaba de buscar la manera. A veces perdía el rumbo… Él tenía un negocio, Ars Musé, ya como promotor -esa es la parte más bonita de Oscar- decía “que no toqué yo, tienen que ser los demás músicos”. Me decía “es que me desespera ver que de repente pasan tres semanas y no hay un evento de jazz, y en CDMX casi diario”. Pues sí, es que en la CDMX hay 24 millones de habitantes contra seis que somos, la otra razón es que quienes tienen el poder económico y no les gusta el jazz, no lo van a apoyar.

Gracias a Oscar hay un espíritu de trabajarle, tocar puertas, dejar tarjetas; eso no existía en Monterrey, eran muy reservados, cada quien en lo suyo. Él quería que todos tocaran en un mismo lugar, por esto los festivales de Nuevo León, yo creo que él no dormía.

 

Oscar Zensei. Esta foto y la portada son cortesía de Pilar Diosdado.

 

E: Quisiera subrayar el papel del músico como empresario, como persona que gestiona y se gestiona a sí mismo, porque Oscar, además de hacer festivales, hizo su carrera. Aquí en México no hay managers como en Estados Unidos; el músico tiene que ver cómo se va a representar, llevar, colocar, es algo que también nos deja Oscar: saber que tienes que hacerte cargo.

Otra cosa que dices me recuerda cuando Oscar me dijo: “yo quiero que todos los músicos del país nos conozcamos, que sepamos quiénes somos, sino ¿cómo le vamos a hacer?”.

A: Él decía, hay dos maneras de hacer jazz más activo, porque lo vio en Uruguay: que los músicos se conozcan y que tengan un representante. Ars Musé era la empresa que quería representar a los músicos; pero, por falta de costumbre, los músicos le decían “pero cómo te vas a ganar el 10%, no, es mucho”. [A lo que Oscar contestaba] “Pero yo te voy a conseguir trabajo, yo te voy a proteger, yo voy a hacer que te traten como persona, no como un mueble que alquilaste”, porque así le hacen a muchos. A veces les dicen “ah, eres el músico… estaciónate hasta allá”, “eres el músico, entra por la cocina”. Y sigue siendo así.

Ars Musé es el legado más pesado que Oscar deja, al decir “sí nos podemos representar”, gestionar a otros es automáticamente no ser egoísta, ser generoso, compartido. En Estados Unidos el músico te dice: “no hables conmigo, eso lo ves con mi representante”, y aquí lo ven mal, pero eso es lo correcto, porque lo administrativo es con el representante, los ensayos y ejecución son del músico, la cobranza es del representante, los autógrafos son del músico, el protegerlo y cuidar su imagen es del representante. Cada quien tiene una chamba como si fuera una empresa. Eso lo quiso hacer, no fue buena la respuesta. Bueno, entonces ¿qué sigue? Pues quiso hacer un bar de jazz: el Saxy Jazz [por estrenarse en Monterrey].

 

 

Él decía: “hay una necesidad de que exista buena música”. Pero antes del bar pensó en el disco, dijo “quiero hacer un disco con músicos internacionales, quiero que vean 

los muchachos que si yo fui a Nueva York, otros se pongan como meta ir a otro país”. Olvídate de Antonio Sánchez, porque él se queda allá; Oscar va, graba y se regresa.

E: Oscar tenía la dinámica de que su banda de jazz, Psicodrama, tenía el mismo nombre, pero cambiaba de músicos a la ciudad donde él llegara; yo sé que una cualidad del buen músico es saber comunicarse con otros músicos en el momento musical (respetar a los demás músicos, sabe cuándo sonar y escuchar), y esto impacta a la audiencia.

 

 

El compositor

Y… a otro nivel, quiero que me platiques sobre Oscar el compositor. En el pasado te escuché platicar sobre el lenguaje peculiar de su propia obra.

A: Cuando yo lo conocía, en la Facultad de Música de la UR, desaparecida ya, él me decía “la composición debe ser como una improvisación, momentánea, surge; porque si te basas en tus conocimientos, si te basas en el sonido de otros músicos, en tus temas favoritos, vas a caer en eso inevitablemente, lo traes en la mente; pero si pones la mente en blanco y empiezas a imaginarte la melodía, los acordes, los silencios, el tempo, como si quisieras expresar algo en este momento”. Oscar me decía en la universidad “lo que más quiero hacer en la vida es ser compositor”. Si le gustaba algo mucho, lo dejaba ir en el papel.

Su composición se basaba en hacer música, no jazz, pero su subconsciente le fallaba y terminaba haciendo algo de jazz. En el disco “A mí padre”, hizo descansar al jazz, es la excepción, y también en otro que hizo de rock, con otros guitarristas.

 

 

La difusión del jazz

E: Álvaro, tú tienes varios años llevando distintos programas de radio de jazz. Ese es otro punto de conexión entre tú y Oscar, él luchó mucho por la radio cultural, platícame sobre ese esfuerzo.

En un cambio de gobierno cambiaron la programación y luego, con alevosía y ventaja, hicieron un plan sin tomar en cuenta la opinión de los radioescuchas. Pasaban música clásica y lo que distinguía a Frecuencia Modulada 102.1, que se llamaba Opus 102.1, y la pasaron a AM. En la estación FM empezaron a pasar música para la raza, cumbia, rock, de todo… peleaban mucho que eso también es cultura; pero, volvemos a lo mismo, vamos a los hábitos, las costumbres de la gente.

Aquí lo que pasó es que lo AM no se escucha, tienes que entrar a internet, y la gente, los taxistas, decían a “mí me gusta el programa de 10 a 11”, que es de mi compadre Gregor, que es sobre poemas, canciones y canto nuevo. Oye, ya no se podía dejar en AM. Finalmente dejaron a Gregorio, a tu servidor, y a la maestra Teresita, que es una erudita en la música clásica, en las dos estaciones. A mí me dejaron en las dos estaciones. Si yo protestaba me iban a correr y yo no quería eso, la satisfacción de compartir música no tiene nombre, yo no fui a protestar nunca. Oscar fue a protestar.

Eso no lo iban a quitar, estamos en un sistema; no ha pasado nada, la gente está feliz de que estén las dos estaciones. No es fácil que la gente escuche jazz si tienen más de 20 años, y gustos ya definidos. Hoy mi esperanza está en los jóvenes. Tuve un programa de tele, de jazz, del 91 al 99, y conquisté a muchos jóvenes; Roberto Verástegui me vio por la tele cuando era niño. Luego otros me decían “es que pones a unos que tocan bien raro”, y luego a Carlos Jobim. Ponía de todo. Esta parte fue crucial también para que Oscar me dijera: “entre la tele, la radio, Radio UDEM, y ya la época de YouTube, ya está consolidado, ahora necesitamos que haya más jazz”. Oscar no llenaba.

 

El Festival de Jazz de Nuevo León

E: Él tuvo salas llenas en sus festivales de jazz. Ahora, dime ¿cuál fue el impacto de Oscar con la creación y gestión del Festival de Jazz de Nuevo León?, y ¿cuál es el futuro de este ahora que Oscar ya no está?

A: Con Oscar fue muy satisfactorio, pero sí me mencionó más de 40 veces “casi no la hacemos”. En cuestión económica, a veces el último día [Oscar] no tenía dinero para pagar el hotel de los músicos, pero se movía y lo conseguía. Sí sufrió mucho, yo creo que sufrió de más porque no es fácil; pero esa satisfacción que tú dices él la comentaba mucho: “¡por lo menos se llenó! ¡se llenó!”. Eso es lo que los músicos percibieron, la gente fue por curiosidad, iban caminando en Fundidora, oían música y se metían. Se corrió la voz. Hay curiosidad, hay afición.

Estamos tratando de hacer el festival. Somos un grupo de entusiastas, no hemos dejado de trabajar. Los recursos son el problema, conseguir quién nos patrocine. Sufrimos igual que Oscar, pero peor, él tenía sus conexiones. Y nos va peor porque se junta la pandemia. Nosotros somos el futuro del festival, se hará en octubre, para honrar a Oscar, darle continuidad a este proyecto. Esa es nuestra motivación junto con la inspiración que nos dejó Oscar. Entre ellos estamos Miguel Almaguer, Lorraine Ciudadella, Pilar Diosdado, Yuseen González… somos como once.

 

 

El compadre

E: Háblame de Oscar como amigo. Él también era un intelectual, podías debatir con él por horas, pero la amistad siempre estaba intacta.

A: El día que fui a estar junto a él le reclamé un poquito, le dije: no terminaste de inaugurar el bar, y falta el festival, falta otro disco, me dejaste en ascuas. Luego me puse a pensar: si me hubiera llevado primero Diosito, Oscar no me hubiera dicho eso. Como amigo, me acuerdo de que él tenía sus Lunes de preguntas, su grupo “Un Mundo Raro”, en Facebook, tenía miles de seguidores… y me decía siempre: “mira, yo nomás lo que es, no le voy a echar más rollo a lo que no necesita”. Era muy centrado en su manera de expresar sus asuntos. Cuando ya no hablamos de planes él era muy elocuente…

E: ¡Era chistosísimo!

A: Yo le decía: “¿esta vez estás hablando en serio o en broma?”. Me decía “vamos a hacer un disco de cumbias”, y yo: ¿en serio? Y me decía “¡no, cómo crees! Vamos a demostrar que el jazz…”, y ya se ponía serio. Pero no paraba de bromear cuando agarraba hilo. Y sabía expresar las cosas cuando eran serias, es que él era seco, seco, seco.  Cuando fui al concierto de Béla Fleck me dijo: “no me gusta”. Tenía carisma, actitud, la sonrisa, te sabía escuchar, era mágico y solidario. Si un muchacho que tomaba clase con él de repente no podía ir, Oscar le decía “te doy gratis la clase para que acabes el ciclo”. Eso hizo que tuviera tantos amigos. Nunca fue mala onda, ni traicionero. Yo lo podía regañar y él me decía: “tienes razón”. Y me hablaba muy seguido por teléfono, pedía mi opinión. Luego me decía “no estoy de acuerdo, pero muchas gracias”.

 

Álvaro Suárez. Foto cortesía de Álvaro Suárez.

El mismo Álvaro ha contribuido al jazz como productor y locutor de radio en Nuevo León, desde 1987, en programas como “La herencia del jazz”, “Sonidos jazzísticos”, “Esta noche, jazz”, y “El placer del jazz”.