Texto: Estefanía Romero
Foto: Salvador Bonilla
Fue guiado de primera mano por el mismísimo Dizzy Gillespie. El padre del jazz moderno (o bebop) heredó a Sandoval, entre tantas virtudes, aspectos que hacen de sus conciertos experiencias inigualables; uno de ellos es su capacidad como director de ensamble, de generar comunicación, equilibro y lo mejor de cada instrumento por sí mismo y en conjunto. Esto y más lo pudimos presenciar durante el aniversario 20 del Riviera Maya Jazz Festival.
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Hubo espacio también para otros géneros musicales, en arreglos que permiten saborear dichas expresiones como en oleajes, dando sentido a la música, pues toman al público de la mano para recorrer con calma, sorpresa y gusto, toda una exposición sónica. Sandoval recurrió, por ejemplo, en algún arreglo, al reggaetón porque finalmente, este, más que un género musical, es una herramienta más para hacer música; Arturo le utilizó como un adorno dentro de un gran engranaje musical y funcionó.
El trompetista disfruta profusamente a quienes le acompañan en el escenario: se puede ver en su rostro el mismo goce y amor que Dizzy mostraba hacia sus músicos, en cada concierto.
A la vez, Arturo es fiel a sí mismo y a su historia, con los agudos característicos de su trompeta y haciendo quotes (una técnica de improvisación en el jazz, que consiste en tocar una melodía del repertorio clásico de este mismo género musical, sobre una progresión armónica) de Dizzy Gillespie, que siempre generan un toque emotivo, dado el vínculo emocional y artístico que existió entre ambos. Además, Sandoval nos recordó que es multiinstrumentista, esta vez uso percusiones, piano y voz, además de su trompeta.
José Alfredo Jiménez revivió en jazz, durante la última parte de este concierto. Los mexicanos se sintieron muy agradecidos con esta muestra de afecto y calidez. El público gritaba a corazón abierto: “¡Arturo! ¡Arturo! ¡Arturo!”. ¡Como debe de ser!