Texto: Estefanía Romero
Foto: Salvador Bonilla
Este fin de semana vivimos dos días maratónicos de conciertos en la Playa Fundadores, una parte del paraíso que es Playa del Carmen, para celebrar 20 años del que se ha popularizado como la fiesta máxima del jazz en México: el Riviera Maya Jazz Festival.
Se estimó una audiencia de 14 mil personas.
Este se logró gracias a la labor del Consejo de Promoción Turística de Quintana Roo (CPTQ), dirigido por Javier Aranda, dejando en manifiesto su fuerte compromiso con llevar arte y cultura a todas las personas. ¡Bravi!
El primer día escuchamos el blues y son de Iraida Noriega; la salsa de Pedrito Martínez que puso a la gente a bailar como desquiciada; la pasarela de géneros musicales alrededor del jazz, de Arturo Sandoval; y la Spanish Harlem Orchestra (SHO), liderada por Oscar Hernández, con presentaciones estelares de dos héroes vivos del jazz: Giovanni Hidalgo y Miguel Zenón.
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Extraña y peligrosa decisión fue elegir tres conciertos de ritmos latinos en un mismo día. Sin embargo, cada uno (Pedrito Martínez, Arturo Sandoval y la SHO) hizo lo suyo.
Al segundo día se presentó Aguamala, la banda de Fernando Toussaint (QEPD), compositor, productor, baterista y gestor cultural, muy reconocido en el gremio del jazz mexicano como músico y por haber fundado el Riviera Maya Jazz Festival. A la vez, el escenario vibró con el sonido único de Antonio Sánchez y Thana Alexa, Snarky Puppy, y Chris Botti.
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Snarky Puppy en idilio con audiencia mexicana
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De hecho, otra curiosa elección fue tener como estelares a dos trompetistas: Arturo Sandoval y Chris Botti; pero estos, dueños del escenario, también hicieron presentaciones únicas, con el sello de cada quien.
Entre esas cosas que uno esperaría que no ocurran, nos topamos con repentinos problemas de ecualización en algunos instrumentos, otros que se desconectaban o se les acababa la batería. Chris Botti se quedó sin micrófono a medio solo de trompeta, o no se escuchaba el piano del protagonista de la SHO, Óscar Hernández, etc.
El volumen del segundo día del festival fue exagerado. Por alguna razón, en México no se tiene una cultura de utilizar volúmenes apropiados; todos los ingenieros de sonido parecen estar cortados para festivales de otra índole y ninguno para música que se trata de escuchar; con esto en mente, les sugiero, queridos lectores, llevar tapones de oídos a los conciertos… por si acaso. Si la música lastima, nadie tiene por qué estar expuesto a un posible deterioro crónico de su sentido de la audición. Yo hice eso, tapones en los oídos y listo, se oía como debería oírse.
Este año disfrutamos de un RMJF que tomó las riendas una vez más y eso nos llena de gratitud como mexicanos que amamos el arte y la cultura. Además, celebrar 20 años se dice fácil, pero es en realidad un reto monumental.
Cabe sumar que el jazz, una vez más, reunió a una gran diversidad de gente para convivir en paz, a través de la música.
Vale muchísimo el viajar a Playa del Carmen para hacer del RMJF parte de nuestra experiencia de vida: comida deliciosa, playa limpia, gente de almas bonitas y varios espectáculos musicales de primera.
